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y toda la hondonada de los Cuerpos Muertos y de la Ceniza, y toda la Campa del Muerto hasta el torrente Cedrón, hasta la esquina de la Puerta de los Caballos hacia oriente será sagrado de Yahveh: no volverá a ser destruido ni dado al anatema nunca jamás. (Jeremías 31, 40)
A Quedar y a los reinos de Jasor, que batió Nabucodonosor, rey de Babilonia. Así dice Yahveh: Alzaos, subid a Quedar y saquead a los hijos de oriente. (Jeremías 49, 28)
Mira hacia Oriente, Jerusalén, y ve la alegría que te viene de Dios. (Baruc 4, 36)
Mira, llegan tus hijos, a los que despediste, vuelven reunidos desde oriente a accidente, a la voz del Santo, alegres de la gloria de Dios. (Baruc 4, 37)
Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a tus hijos reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres del recuerdo de Dios. (Baruc 5, 5)
Me condujo luego al atrio interior de la Casa de Yahveh. Y he aquí que a la entrada del santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que, vuelta la espalda al santuario de Yahveh y la cara a oriente, se postraban en dirección a oriente hacia el sol. (Ezequiel 8, 16)
El espíritu me elevó y me condujo al pórtico oriental de la Casa de Yahveh, el que mira a oriente. Y he aquí que a la entrada del pórtico había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Yazanías, hijo de Azzur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo. (Ezequiel 11, 1)
La gloria de Yahveh se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad. (Ezequiel 11, 23)
por eso, he aquí que yo te entrego en posesión a los hijos de Oriente; emplazarán en ti sus campamentos, y pondrán en ti sus tiendas; ellos comerán tus frutos y ellos beberán tu leche. (Ezequiel 25, 4)
A los hijos de Oriente, además de los ammonitas, la entrego en posesión, para que no se recuerde más entre las naciones. (Ezequiel 25, 10)
A alta mar te condujeron los que a remo te llevaban. El viento de oriente te ha quebrado en el corazón de los mares. (Ezequiel 27, 26)
Vino luego al pórtico que miraba a oriente, subió sus gradas y midió el umbral del pórtico: una vara de profundidad. (Ezequiel 40, 6)