Found 571 Results for: nuestro

  • ¿Por qué ha de ser borrado de su clan el nombre de nuestro padre, sólo por no haber tenido hijos? Danos alguna propiedad entre los hermanos de nuestro padre.» (Números 27, 4)

  • Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros rebaños y todo nuestro ganado, se quedarán aquí en las ciudades de Galaad. (Números 32, 26)

  • «Yahveh mandó a mi Señor que diera la tierra en herencia, por suertes, a los israelitas, y mi Señor recibió orden de Yahveh de dar la herencia de Selofjad, nuestro hermano, a sus hijas. (Números 36, 2)

  • Yahveh, nuestro Dios, nos habló así en el Horeb: «Ya habéis estado bastante tiempo en esta montaña. (Deuteronomio 1, 6)

  • Partimos del Horeb y fuimos por ese enorme y temible desierto que habéis visto, camino de la montaña de los amorreos, como Yahveh nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cadés Barnea. (Deuteronomio 1, 19)

  • Yo os dije: «Ya habéis llegado a la montaña de los amorreos que Yahveh nuestro Dios nos da. (Deuteronomio 1, 20)

  • Tomaron en su mano frutos del país, nos los trajeron, y nos informaron: «Buena tierra es la que Yahveh nuestro Dios nos da.» (Deuteronomio 1, 25)

  • Vosotros me respondisteis: «Hemos pecado contra Yahveh nuestro Dios. Subiremos y combatiremos como Yahveh nuestro Dios nos ha mandado.» Ceñísteis cada uno vuestras armas y creísteis fácil subir a la montaña. (Deuteronomio 1, 41)

  • como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra que nos da Yahveh nuestro Dios.» (Deuteronomio 2, 29)

  • Sijón salió a nuestro encuentro con todo su pueblo, y nos presentó batalla en Yahás. (Deuteronomio 2, 32)

  • Yahveh nuestro Dios nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo. (Deuteronomio 2, 33)

  • Desde Aroer, al borde del valle del Arnón, y la ciudad que está en el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros; Yahveh nuestro Dios nos las entregó todas. (Deuteronomio 2, 36)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina