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  • Estas palabras, una vez más, quieren decir que las cosas conmovidas se cambiarán, ya que son realidades creadas, a fin de que permanezcan las inconmovibles. (Hebreos 12, 27)

  • Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imitad su fe. (Hebreos 13, 7)

  • Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio; porque el Señor es compasivo y misericordioso. (Santiago 5, 11)

  • a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo. (I Pedro 1, 7)

  • Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, (I Pedro 2, 2)

  • Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de la Visita. (I Pedro 2, 12)

  • el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados. (I Pedro 2, 24)

  • El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues, sensatos y sobrios para daros a la oración. (I Pedro 4, 7)

  • Porque ha llegado el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios. Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que no creen en el Evangelio de Dios? (I Pedro 4, 17)

  • Ellos os decían: «Al fin de los tiempos aparecerán hombres sarcásticos que vivirán según sus propias pasiones impías.» (Judas 1, 18)

  • Al vencedor, al que se mantenga fiel a mis obras hasta el fin, le daré poder sobre las naciones: (Apocalipsis 2, 26)

  • Me dijo también: «Hecho está: yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. (Apocalipsis 21, 6)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina