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Dijo ella: «Si al rey le parece bien, y si he hallado gracia a sus ojos, si la petición le parece justa al rey y yo misma soy grata a sus ojos, que se escriba para revocar los decretos escritos por Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, y maquinados para hacer perecer a los judíos de todas las provincias del rey. (Ester 8, 5)
Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del rey; estaba el rey sentado en el trono real, revestido de las vestiduras de las ceremonias públicas, cubierto de oro y piedras preciosas y con aspecto verdaderamente impresionante. (Ester 15, 9)
Mudó entonces Dios el corazón del rey en dulzura, angustiado se precipitó del trono y la tomó en sus brazos y en tanto ella se recobraba, le dirigía dulces palabras, (Ester 15, 11)
y no quita al justo su derecho. El puso a los reyes en el trono, para siempre los asienta, mas se engríen, (Job 36, 7)
Ya como castigo para los pueblos de la tierra, ya como gracia, él los envía. (Job 37, 13)
pues tú has llevado mi juicio y mi sentencia, sentándote en el trono cual juez justo. (Salmos 9, 5)
Yahveh se sienta para siempre, afianza para el juicio su trono; (Salmos 9, 8)
Yahveh en su Templo santo, Yahveh, su trono está en los cielos; ven sus ojos el mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán. (Salmos 11, 4)
Tronó Yahveh en los cielos, lanzó el Altísimo su voz; (Salmos 18, 14)
Sí, en Yahveh confía el rey, y por gracia del Altísimo no ha de vacilar. (Salmos 21, 8)
y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre. (Salmos 23, 3)
Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días. (Salmos 23, 6)