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  • Pero Raquel había tomada los ídolos familiares y, poniéndolos en la albarda del camello, se había sentado encima. Labán registró toda la tienda sin hallar nada. (Génesis 31, 34)

  • Ella dijo a su padre: «No le dé enojo a mi señor de que no pueda levantarme en tu presencia, porque estoy con las reglas.» El siguió rebuscando por toda la tienda sin dar con los ídolos. (Génesis 31, 35)

  • «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.» (Génesis 32, 29)

  • Jacob llegó sin novedad a la ciudad de Siquem, que está en el territorio cananeo, viniendo de Paddán Aram, y acampó frente a la ciudad. (Génesis 33, 18)

  • Pues bien, al tercer día, mientras ellos estaban adoloridos, dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, blandieron cada uno su espada y entrando en la ciudad sin peligro mataron a todo varón. (Génesis 34, 25)

  • Díjole Dios: «Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás Jacob, sino que tu nombre será Israel.» Y le llamó Israel. (Génesis 35, 10)

  • Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo mismo el ganado, y tráeme noticias.» Le envió, pues, desde el valle de Hebrón, y José fue a Siquem. (Génesis 37, 14)

  • y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío, sin agua. (Génesis 37, 24)

  • Entonces dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha el que asesinemos a nuestro hermano y luego tapemos su sangre? (Génesis 37, 26)

  • Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la mano en él, porque es nuestro hermano, carne nuestra.» Y sus hermanos asintieron. (Génesis 37, 27)

  • ¿No es él mayor que y o en esta casa? Y sin embargo, no me ha vedado absolutamente nada más que a ti misma, por cuanto eres su mujer. ¿Cómo entonces voy a hacer este mal tan grande, pecando contra Dios?» (Génesis 39, 9)

  • Pero el jefe de escanciadores no se acordó de José, sino que le echó en olvido. (Génesis 40, 23)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina