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Yahveh tu Dios te manda hoy practicar estos preceptos y estas normas; las guardarás y las practicarás con todo tu corazón y con toda tu alma. (Deuteronomio 26, 16)
«Manda a los sacerdotes que llevan el arca del Testimonio que salgan del Jordán.» (Josué 4, 16)
Habían bajabo hasta las afueras de la ciudad, cuando Samuel dijo a Saúl: «Manda a tu criado que se adelante, y tú quédate ahora para que te de a conocer la palabra de Dios.» (I Samuel 9, 27)
Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más muchachos?» El respondió: «Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.» Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.» (I Samuel 16, 11)
Pues mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza; así que manda a buscarlo y tráemelo, porque es reo de muerte.» (I Samuel 20, 31)
Pero los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: «Manda regresar a ese hombre y que se vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se vuelva contra nosotros durante la lucha. ¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las cabezas de estos hombres? (I Samuel 29, 4)
Le envió un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres, que subió a donde él; estaba él sentado en la cumbre de la montaña, y le dijo: «Hombre de Dios, el rey manda que bajes.» (II Reyes 1, 9)
Al leer la carta el rey de Israel, desgarró sus vestidos diciendo: «¿Acaso soy yo Dios para dar muerte y vida, pues éste me manda a que cure a un hombre de su lepra? Reconoced y ved que me busca querella.» (II Reyes 5, 7)
Haz conmigo ahora según lo que te plazca y ordena que reciban mi vida para que yo me disuelva sobre la faz de la tierra, porque más me vale morir que vivir. Tengo que aguantar injustos reproches y me anega la tristeza. Manda, Señor, que sea liberado de esta aflicción y déjame partir al lugar eterno, y no apartes, Señor, tu rostro de mí, pues prefiero morir a pasar tanta aflicción durante la vida y tener que seguir oyendo injurias. (Tobías 3, 6)
Manda que yo sea librada de la tierra, para no escuchar ultrajes. (Tobías 3, 13)
y le dijo: «Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que nadie se entere.» (Tobías 8, 12)
les dijo: «Hijos de Canaán, hacedme saber quién es este pueblo establecido en la montaña, qué ciudades habita, cuál es la importancia de su ejército y en qué estriba su poder y su fuerza, qué rey está a su frente y manda a sus soldados, (Judit 5, 3)