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• Pero no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal ni paséis a Berseba, porque Guilgal será deportada sin remedio, y Betel será reducida a la nada. (Amós 5, 5)

• ¡Buscad a Yahveh y viviréis, no sea que caiga él como fuego sobre la casa de José, y devore a Betel sin que haya quien apague! (Amós 5, 6)

• El sacerdote de Betel, Amasías, mandó a decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; ya no puede la tierra soportar todas sus palabras. (Amós 7, 10)

• Pero en Betel no has de seguir profetizando, porque es el santuario del rey y la Casa del reino.» (Amós 7, 13)

• ¡No lo contéis en Gat en... no derraméis llanto! ¡En Bet Leafrá revolveos en el polvo! (Miqueas 1, 10)

• ¡Toca el cuerno, habitante de Safir! ¡De su ciudad no sale la que habita en Saanán! ¡Bet Haesel desde sus cimientos ha sido arrancada, desde la base de su emplazamiento! (Miqueas 1, 11)

• Por eso tendrás que devolver la dote a Moréset Gat. Bet Akzib será una mentira para los reyes de Israel. (Miqueas 1, 14)

• Betel había enviado a Sar Eser y a Réguem Mélek, con su gente, a ablandar el rostro de Yahveh, (Zacarías 7, 2)

• «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. (Mateo 11, 21)

• Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, (Mateo 21, 1)

• Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche. (Mateo 21, 17)

• Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, (Mateo 26, 6)