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  • El pobre no tenía nada, fuera de una sola oveja pequeña que había comprado. La iba criando, y ella crecía junto a él y a sus hijos: comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su regazo. ¡Era para él como una hija! (II Samuel 12, 3)

  • Después David tomó la corona de la cabeza del dios Milcón y comprobó que pesaba un talento de oro. La corona tenía una piedra preciosa que fue colocada sobre la frente de David. Él se llevó también de la ciudad un enorme botín. (II Samuel 12, 30)

  • Un tiempo después, sucedió lo siguiente. Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy hermosa, llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (II Samuel 13, 1)

  • Amnón tenía un amigo llamado Jonadab, hijo de Simeá, hermano de David. Este hombre era muy perspicaz, (II Samuel 13, 3)

  • Absalón, por su parte, no le dirigió más la palabra a Amnón, debido al rencor que le tenía por haber violado a su hermana Tamar. (II Samuel 13, 22)

  • y tu servidora tenía dos hijos, que una vez se pelearon en el campo. Como no había nadie para separarlos, uno hirió al otro y lo mató. (II Samuel 14, 6)

  • No había en todo Israel un hombre más apuesto que Absalón, ni tan elogiado como él: desde la planta de los pies hasta la cabeza, no tenía ningún defecto. (II Samuel 14, 25)

  • Pero un joven los vio y fue a avisar a Absalón. Entonces los dos partieron rápidamente y llegaron a la casa de un hombre de Bajurím, que tenía un pozo en el patio. Ellos bajaron al pozo, (II Samuel 17, 18)

  • Barzilai era muy anciano, tenía ochenta años, y había abastecido de provisiones al rey durante su permanencia en Majanaim, porque era un hombre de muy buena posición. (II Samuel 19, 33)

  • Pero Amasá no había prestado atención a la espada que tenía Joab en la mano izquierda, y este lo hirió en el bajo vientre, desparramando sus entrañas por el suelo. Así murió Amasá, sin que Joab tuviera que repetir el golpe. Luego Joab y su hermano Abisai se lanzaron en persecución de Seba, hijo de Bicrí. (II Samuel 20, 10)

  • También hubo un combate en Gat. Allí había un hombre de enorme estatura, que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro en total. También él era descendiente de Rafá. (II Samuel 21, 20)

  • También mató a un egipcio muy corpulento, que tenía en la mano una lanza. Él enfrentó al egipcio con un garrote, le arrancó la lanza de la mano y lo mató con su propia lanza. (II Samuel 23, 21)


“Nas tribulações é necessário ter fé em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina