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  • Mientras tanto, Josué decía: "¡Señor! ¿Para qué hiciste pasar el Jordán a este pueblo? ¿Sólo para ponernos en manos de los amorreos y hacernos desaparecer? ¡Ojalá nos hubiéramos decidido a quedarnos al otro lado del Jordán! (Josué 7, 7)

  • Todo Israel, sus ancianos, sus escribas y sus jueces -tanto los forasteros como los nativos- estaban de pie a ambos lados del Arca, frente a los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor, una mitad hacia el monte Garizím y la otra mitad hacia el monte Ebal, según la orden que había dado Moisés, el servidor del Señor, de bendecir primero al pueblo de Israel. (Josué 8, 33)

  • Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestro país nos dijeron: ‘Provéanse de víveres para el camino, vayan a su encuentro y díganles: somos sus servidores, hagan por lo tanto una alianza con nosotros’. (Josué 9, 11)

  • Mientras tanto, Horám, rey de Guézer, subió en ayuda de Laquís; pero Josué lo derrotó, a él y a su ejército, hasta no dejar ningún sobreviviente. (Josué 10, 33)

  • pero todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Hoy tengo la misma fuerza que tenía entonces, tanto para combatir como para ir de un lado a otro. (Josué 14, 11)

  • Los hijos de José dijeron a Josué: "¿Por qué nos has asignado como herencia en el sorteo una sola porción de territorio, siendo nosotros un pueblo numeroso, ya que el Señor nos ha bendecido tanto?". (Josué 17, 14)

  • Los hijos de José dijeron: "La montaña no nos basta, y en las llanuras todos los cananeos tienen carros de hierro, tanto los de Bet Seán y sus ciudades dependientes, como los de la llanura de Izreel". (Josué 17, 16)

  • Por lo tanto, las ciudades levíticas en medio de las posesiones de los israelitas eran cuarenta y ocho en total, con sus campos de pastoreo. (Josué 21, 41)

  • Ahora sus hermanos han obtenido el descanso que les concedió el Señor, su Dios, conforme a la promesa que él les había hecho. Por lo tanto, regresen a sus campamentos, al territorio que les pertenece, a esa tierra que Moisés, el servidor del Señor, les dio al otro lado del Jordán. (Josué 22, 4)

  • ¡Rubenitas y gaditas! El Señor ha puesto un límite entre nosotros y ustedes: el Jordán. Por lo tanto, ustedes no tienen parte con el Señor’. Y de esa manera, sus hijos apartarían a los nuestros del temor del Señor. (Josué 22, 25)

  • Ahora miren bien: yo les he sorteado como herencia para cada tribu tanto a las naciones que todavía quedan como a las que yo mismo exterminé, desde el Jordán hasta el gran mar Occidental. (Josué 23, 4)

  • Por lo tanto, teman al Señor y sírvanlo con integridad y lealtad; dejen de lado a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan al Señor. (Josué 24, 14)


“Seja grato e beije docemente a mão de Deus. É sempre a mão de um pai que pune porque lhe quer bem” São Padre Pio de Pietrelcina