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¡Vayan, hijos, vayan, mientras yo me quedo desolada! (Baruc 4, 19)
Pero las naciones se concertaron contra él y quedó atrapado en su fosa: así lo llevaron con garfios a la tierra de Egipto. (Ezequiel 19, 4)
Las naciones marcharon contra él, desde las regiones circundantes: tendieron sus redes contra él, y quedó atrapado en su fosa. (Ezequiel 19, 8)
Así como tú te alegraste cuando quedó desolada la herencia de la casa de Israel, yo haré lo mismo contigo: ¡quedarás desolada, montaña de Seír, igual que todo Edóm! Así se sabrá que yo soy el Señor. (Ezequiel 35, 15)
El segundo año del reinado de Nabucodonosor, este tuvo unos sueños, y su espíritu quedó tan perturbado que no pudo seguir durmiendo. (Daniel 2, 1)
Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra. (Daniel 2, 35)
El rey Nabucodonosor quedó estupefacto y se levantó rápidamente. Y tomando la palabra, dijo a sus cortesanos: "¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?". Ellos le respondieron, diciendo: "Así es, rey". (Daniel 3, 91)
Daniel, llamado Beltsasar, quedó aturdido por un instante y sus pensamientos lo llenaron de espanto. Pero el rey tomó la palabra y dijo: "Beltsasar, que no te espanten el sueño y su interpretación". Beltsasar respondió, diciendo: "Señor mío, ¡que este sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios! (Daniel 4, 16)
Jonás se disgustó mucho y quedó muy enojado. (Jonás 4, 1)
Lo verá Ascalón y temerá; también Gaza, y se retorcerá de dolor, y lo mismo Ecrón, porque su esperanza quedó defraudada; Gaza no tendrá más rey, Ascalón ya no será habitada (Zacarías 9, 5)
El pacto quedó roto ese día, y los traficantes de ovejas que me observaban reconocieron que esa era una palabra del Señor. (Zacarías 11, 11)
Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. (Mateo 2, 3)