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  • compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. (Isaías 58, 7)

  • Es un pueblo que no cesa de provocarme en mi propia cara, sacrificando en los jardines y quemando incienso sobre ladrillos. (Isaías 65, 3)

  • ¡Que tu propia maldad te corrija y tus apostasías te sirvan de escarmiento! Reconoce, entonces, y mira qué cosa tan mala y amarga es abandonar al Señor, tu Dios, y dejar de temerme -oráculo del Señor de los ejércitos-. (Jeremías 2, 19)

  • Pero ¿es a mí al que agravian? -oráculo del Señor-. ¿No es más bien a ellos mismos, para su propia confusión? (Jeremías 7, 19)

  • Y aquellos a quienes ellos profetizan, serán arrojados por las calles de Jerusalén, a consecuencia del hambre y de la espada, sin que haya nadie para enterrarlos, ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Yo derramaré sobre ellos su propia maldad. (Jeremías 14, 16)

  • Así habla el Señor: Cuídense bien, por su propia vida, de llevar una carga en día sábado y de introducirla por la puertas de Jerusalén. (Jeremías 17, 21)

  • Hasta el profeta y el sacerdote son impíos, aun en mi propia Casa encuentro su maldad -oráculo del Señor-. (Jeremías 23, 11)

  • Pero ustedes no me escucharon -oráculo del Señor- agraviándome con la obra de sus manos, para su propia desgracia. (Jeremías 25, 7)

  • No, cada uno morirá por su propia iniquidad: todo el que coma uva verde sufrirá la dentera. (Jeremías 31, 30)

  • Les daré un corazón íntegro y una conducta íntegra, a fin de que me teman constantemente, para su propia felicidad y la de sus hijos después de ellos. (Jeremías 32, 39)

  • El rey Sedecías lo mandó traer, y lo interrogó secretamente en su propia casa, diciendo: "¿Hay alguna palabra de parte del Señor?". "Sí", respondió Jeremías, y añadió: "Tú serás entregado en manos del rey de Babilonia". (Jeremías 37, 17)

  • Porque así como ella se alegró de tu caída y se regocijó por tu ruina, así se afligirá por su propia desolación. (Baruc 4, 33)


“Deus ama quem segue o caminho da virtude.” São Padre Pio de Pietrelcina