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Su país es una desolación, sus ciudades, presa del fuego; su suelo, delante de ustedes, lo devoran extranjeros: ¡hay tanta desolación como en el desastre de Sodoma! (Isaías 1, 7)
Su rugido es el de una leona, ruge como los cachorros de león; brama y se apodera de la presa, la arrebata y nadie puede librarla. (Isaías 5, 29)
Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego. (Isaías 9, 4)
para impedir que se haga justicia a los débiles y privar de su derecho a los pobres de mi pueblo, para hacer de las viudas su presa y expoliar a los huérfanos! (Isaías 10, 2)
Porque así me ha hablado el Señor: Como gruñe el león o el cachorro de león sobre su presa, cuando se llama contra él a todos los pastores, sin dejarse intimidar por sus gritos ni amedrentarse por el tumulto, así el Señor de los ejércitos bajará a combatir sobre la montaña de Sión y su colina. (Isaías 31, 4)
Nuestra Casa santa y gloriosa, donde te alababan nuestros padres, ha sido presa de las llamas, y todo lo que teníamos de precioso se ha convertido en una ruina. (Isaías 64, 10)
¿Acaso Israel fue adquirido como esclavo o nació en la esclavitud? ¿Por qué entonces se ha convertido en una presa? (Jeremías 2, 14)
¿Qué dirás cuando te impongan como jefes a esos mismos que tú habías acostumbrado a ser tus amigos íntimos? ¿No serás acaso presa de los dolores como una parturienta? (Jeremías 13, 21)
Porque así habla el Señor: Yo haré que seas presa del terror, tú y todos tus amigos; ellos caerán bajo la espada de sus enemigos, y tú lo verás con tus propios ojos. Y yo entregaré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia y los herirá con la espada. (Jeremías 20, 4)
Damasco desfallece, emprende la huida, la asalta el terror, es presa de la angustia y los dolores como una parturienta. (Jeremías 49, 24)
Sus camellos serán el botín, y sus muchos rebaños, la presa. Yo dispersaré a los cuatro vientos a los "Sienes rapadas", de todos lados atraeré su ruina -oráculo del Señor-. (Jeremías 49, 32)
¡Una espada sobre sus adivinos, y ellos desvarían! ¡Una espada sobre sus guerreros, y son presa del pánico! (Jeremías 50, 36)