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Apenas entró Amán, el rey le preguntó: "¿Qué habría de hacerle a un hombre a quien el rey quiere honrar?". Amán pensó entonces: "¿Hay alguien a quien el rey quiera honrar más que a mí?". (Ester 6, 6)
Porque nunca pensó en practicar la misericordia, sino que persiguió hasta la muerte al pobre, al desvalido y al hombre atribulado. (Salmos 109, 16)
pensó: "Voy a hacerme famoso y a cubrirme de gloria en todo el reino, atacando a Judas y a sus secuaces, que intentan despreciar la orden del rey". (I Macabeos 3, 14)
Mientras tanto, Eleazar, llamado Avarán, vio a un elefante pertrechado con una cota real, que sobresalía entre todos los demás, y pensó que en él iba el rey. (I Macabeos 6, 43)
Por eso pensó que era necesario partir en seguida y dijo al rey, a los capitanes del ejército y a los soldados: "Cada día estamos peor y escasean los víveres; el lugar que asediamos está bien fortificado y nos urgen los asuntos del reino. (I Macabeos 6, 57)
Antíoco pensó que se estaba burlando de él y sospechó que esas palabras eran un insulto. Como aún vivía el más joven, no sólo trataba de convencerlo con palabras, sino que le prometía con juramentos que lo haría rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo haría su Amigo y le confiaría altos cargos. (II Macabeos 7, 24)
El Macabeo, por su parte, viendo que Nicanor lo trataba más secamente y que le demostraba una gran frialdad en sus relaciones habituales, pensó que esa actitud no presagiaba nada bueno. Entonces reunió a un buen número de sus compañeros y se ocultó de Nicanor. (II Macabeos 14, 30)
¡Hasta en sus vestidos aparece su impureza! ¡Ella no pensó en el futuro, y cayó de manera portentosa, sin que nadie la consolara! "¡Mira, Señor, mi opresión, porque triunfa el enemigo!". (Lamentaciones 1, 9)
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!». (Lucas 7, 39)
Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, (Lucas 12, 18)
El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. (Lucas 16, 3)
El dueño de la viña pensó entonces: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo muy querido: quizá tengan consideración con él". (Lucas 20, 13)
