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Sí, ustedes saldrán gozosamente y serán conducidos en paz; al paso de ustedes, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de alegría, y aplaudirán todos los árboles del campo. (Isaías 55, 12)
¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti, como el fuego enciende un matorral, como el fuego hace hervir el agua! Así manifestarías tu Nombre a tus adversarios y las naciones temblarían ante ti. (Isaías 64, 1)
por sus culpas y las culpas de sus padres, por todas juntas, dice el Señor. Porque ellos quemaron incienso en las montañas y me ultrajaron sobre las colinas, yo les mediré su retribución y la pondré en su propio pecho. (Isaías 65, 7)
haré salir de Jacob una descendencia y de Judá, a un poseedor de mis montañas; mis elegidos las poseerán y mis servidores habitarán allí. (Isaías 65, 9)
¡Sí, son una mentira las colinas y el tumulto de las montañas! ¡Sí, en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel! (Jeremías 3, 23)
Miro a las montañas, y ellas tiemblan, se sacuden todas las colinas. (Jeremías 4, 24)
Yo haré resonar en las montañas llantos y gemidos, y en las praderas del desierto, un canto fúnebre. Porque están abrasadas, nadie transita por ellas, y no se escucha el rumor de los rebaños; desde los pájaros del cielo hasta el ganado todos huyeron, se han ido. (Jeremías 9, 9)
¡Den gloria al Señor, su Dios, antes que él haga oscurecer, antes que los pies de ustedes tropiecen contra las montañas del crepúsculo! Ustedes aguardan la luz, y él la cambiará en tinieblas, la convertirá en densa oscuridad. (Jeremías 13, 16)
Yo voy a enviar numerosos pescadores -oráculo del Señor- y ellos los pescarán; después de esto, enviaré numerosos cazadores que los cazarán por todas las montañas y colinas, y hasta en las hendiduras de las rocas. (Jeremías 16, 16)
en las montañas y en campo abierto. Tu riqueza, todos tus tesoros los entregaré como botín, gratuitamente, por todos tus pecados, en todo tu territorio. (Jeremías 17, 3)
¿Abandona las cuestas rocosas la nieve del Líbano? ¿Se agotan las aguas de las montañas, frescas y fluyentes? (Jeremías 18, 14)
¡Juro por mi vida -oráculo del Rey cuyo nombre es Señor de los ejércitos- que alguien vendrá, como el Tabor entre las montañas y como el Carmelo sobre el mar! (Jeremías 46, 18)