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  • Por eso, así habla el Señor: Voy a entregar la tierra de Egipto al rey de Babilonia. Él se llevará sus riquezas, saqueará sus despojos y se apoderará del botín, que servirá de recompensa para su ejército. (Ezequiel 29, 19)

  • El rey gritó con fuerza que hicieran venir a los adivinos, a los caldeos y los astrólogos. Y tomando la palabra, dijo a los sabios de Babilonia: "Cualquiera que lea la inscripción y me la interprete, se vestirá de púrpura, llevará un collar de oro en su cuello, y ocupará el tercer puesto en el reino". (Daniel 5, 7)

  • Hasta a sus dioses, con sus estatuas de metal fundido y sus objetos de plata y oro, los llevará cautivos a Egipto; y él, durante algunos años, se mantendrá alejado del rey del Norte. (Daniel 11, 8)

  • Los hijos del rey del Norte reanudarán las hostilidades y reunirán una gran multitud de tropas. Uno de ellos irrumpirá como un río desbordado, inundará y llevará las hostilidades hasta su fortaleza. (Daniel 11, 10)

  • Él reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono. Habrá un sacerdote a su derecha, y habrá un perfecto acuerdo entre los dos. (Zacarías 6, 13)

  • El hombre del que salieron los demonios le rogaba que lo llevara con él, pero Jesús lo despidió, diciéndole: (Lucas 8, 38)

  • Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús. (Lucas 23, 26)

  • Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». (Juan 21, 18)

  • Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. (I Tesalonicenses 4, 14)

  • a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. (Hebreos 11, 18)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina