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Después de lavar las entrañas y las patas, también las hizo arder sobre el altar junto con el holocausto. (Levítico 9, 14)
Ofreció el holocausto conforme al ritual, (Levítico 9, 16)
y presentó la oblación, de la cual extrajo un puñado, que hizo arder sobre el altar, junto con el holocausto de la mañana. (Levítico 9, 17)
Finalmente, Aarón extendió sus manos hacia el pueblo y lo bendijo. Después de ofrecer el sacrificio por el pecado, el holocausto y el sacrificio de comunión, Aarón descendió, (Levítico 9, 22)
un fuego salió de la presencia del Señor, y consumió el holocausto y las partes grasosas puestas sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y se postró con el rostro en tierra. (Levítico 9, 24)
Entonces Aarón respondió a Moisés: "Mis hijos presentaron hoy delante del Señor su sacrificio por el pecado y su holocausto, y a pesar de todo, tuve la desgracia de perderlos. Si yo hubiera comido hoy de la víctima del sacrificio por el pecado, ¿el Señor lo habría aprobado?". (Levítico 10, 19)
Al concluir el período de su purificación, tanto por el hijo como por la hija, la madre presentará al sacerdote, a la entrada de la Carpa del Encuentro, un cordero de un año para ofrecer un holocausto, y un pichón de paloma o una torcaza, para ofrecerlos como sacrificio por el pecado. (Levítico 12, 6)
Y si no dispone de recursos suficientes para adquirir un cordero, tomará dos torcazas o dos pichones, uno para el holocausto y otro para el sacrificio por el pecado. El sacerdote realizará el rito de expiación en favor de ella, y así quedará purificada. (Levítico 12, 8)
Inmolará el cordero en el lugar sagrado donde se inmolan las víctimas del sacrificio por el pecado y del holocausto. Y esta víctima de reparación, como la del sacrificio por el pecado, será para el sacerdote: es una cosa santísima. (Levítico 14, 13)
Entonces, el sacerdote ofrecerá un sacrificio por el pecado y hará el rito de expiación en favor de la persona que se purifica de su impureza. Después de esto, inmolará la víctima para un holocausto, (Levítico 14, 19)
y ofrecerá sobre el altar el holocausto y la oblación. Y cuando el sacerdote haya realizado el rito de expiación en favor de esa persona, esta quedará purificada. (Levítico 14, 20)
y dos torcazas o dos pichones de paloma, según sus posibilidades: uno para el sacrificio por el pecado y otro para el holocausto. (Levítico 14, 22)