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  • a causa de todo el mal que los hijos de Israel y los hijos de Judá han cometido para agraviarme: ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. (Jeremías 32, 32)

  • Así habla el Señor: En este lugar del que ustedes dicen: "Está desierto, sin hombres ni animales", en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están devastadas, sin hombres ni habitantes ni animales, se oirá de nuevo (Jeremías 33, 10)

  • Yo daré una orden -oráculo del Señor- y los haré volver hacia esta ciudad: combatirán contra ella, la tomarán y la incendiarán. Y a las ciudades de Judá las convertiré en un país desolado y sin habitantes. (Jeremías 34, 22)

  • Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ve a decir a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderán ustedes la lección ni escucharán mis palabras? (Jeremías 35, 13)

  • Por eso, así habla el Señor, el Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo voy a atraer sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén toda la desgracia con que los había amenazado. Porque les hablé, y ellos no escucharon, los llamé, y ellos no respondieron. (Jeremías 35, 17)

  • A él, a su descendencia y a sus servidores, los castigaré por su iniquidad, y haré venir sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre la gente de Judá, todo el mal con que los amenacé, sin que ellos me escucharan". (Jeremías 36, 31)

  • Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Como se ha derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará sobre ustedes mi furor cuando entren en Egipto; ustedes se convertirán en imprecación, devastación, maldición e ignominia, y no volverán más a este lugar". (Jeremías 42, 18)

  • Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ustedes han visto todo el mal que atraje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá: hoy ellas están en ruinas y sin habitantes, (Jeremías 44, 2)

  • Es Egipto el que sube como el Nilo y cuyas aguas se encrespan como los ríos. Él decía: "Subiré, cubriré la tierra, haré perecer la ciudad y sus habitantes. (Jeremías 46, 8)

  • Así habla el Señor: ¡Miren! Las aguas suben desde el Norte, se convierten en un torrente desbordado; inundan la tierra y lo que ella contiene, la ciudad y sus habitantes. Gritan los hombres, lanzan gemidos todos los habitantes del país. (Jeremías 47, 2)

  • ¡Abandonen las ciudades y habiten en las rocas, habitantes de Moab! ¡Hagan como la paloma que pone su nido en las laderas de un barranco! (Jeremías 48, 28)

  • ¡Huyan, vuelvan la espalda, escóndanse bajo tierra, habitantes de Dedán, porque yo atraigo la ruina sobre Esaú, es el momento de dar cuenta! (Jeremías 49, 8)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina