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  • Él les habló amistosamente, pero con la intención de engañarlos, y después que se ganó su confianza, atacó sorpresivamente a la ciudad y le asestó un terrible golpe, causando numerosas víctimas entre los israelitas. (I Macabeos 1, 30)

  • Una vez iniciado el combate, Jonatán extendió su brazo para descargar un golpe sobre Báquides, pero este lo esquivó, echándose atrás. (I Macabeos 9, 47)

  • Pero, por lo precipitado del ataque, no acertó el golpe, y como las tropas ya se abrían paso a través de las puertas, subió valerosamente a lo alto del muro y se arrojó con intrepidez sobre la multitud. (II Macabeos 14, 43)

  • La riqueza adquirida de golpe no dura, pero el que junta poco a poco, la acrecienta. (Proverbios 13, 11)

  • El hombre sincero será colmado de bendiciones, el que quiere hacerse rico de golpe no quedará impune. (Proverbios 28, 20)

  • El hombre reacio a las reprensiones será destrozado de golpe y sin remedio. (Proverbios 29, 1)

  • Ciertamente, tú hubieras podido, en una batalla campal, entregar a los impíos en manos de los justos, o bien aniquilarlos de un solo golpe por medio de animales feroces o por una sentencia inexorable. (Sabiduría 12, 9)

  • No admires las obras del pecador: confía en el Señor y persevera en tu trabajo, porque es cosa fácil a los ojos del Señor enriquecer de un solo golpe al indigente. (Eclesiástico 11, 21)

  • si has abierto la boca contra un amigo, no te inquietes: es posible la reconciliación. Pero ante la afrenta, el orgullo, la revelación de un secreto y el golpe traicionero, ante esas cosas, huirá cualquier amigo. (Eclesiástico 22, 22)

  • Así como el servidor vigilado constantemente nunca se libra de algún golpe, así el que jura y pronuncia el Nombre en todo momento no quedará limpio de pecado. (Eclesiástico 23, 10)

  • El que tira una piedra hacia arriba, la tira sobre su cabeza, y un golpe traicionero hiere también al que lo da. (Eclesiástico 27, 25)

  • Un golpe de látigo deja una marca, pero un golpe de lengua quiebra los huesos. (Eclesiástico 28, 17)


“Reze, reze! Quem muito reza se salva e salva os outros. E qual oração pode ser mais bela e mais aceita a Nossa Senhora do que o Rosario?” São Padre Pio de Pietrelcina