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  • Comerán aquello que sirvió para su expiación cuando fueron investidos y consagrados. Ningún extraño deberá comer con ellos, porque son cosas santas. (Exodo 29, 33)

  • fueron a decir a Moisés: "El pueblo aporta más de lo que se necesita para ejecutar la tarea que el Señor ha mandado". (Exodo 36, 5)

  • y tenía dos espigones ensamblados uno con el otro. Todos fueron hechos de la misma forma. (Exodo 36, 22)

  • También trabajaron las piedras de lapislázuli, que fueron engarzadas en oro y grabadas con los nombres de los hijos de Israel, como se graban los sellos. (Exodo 39, 6)

  • Esta es la parte que corresponde a Aarón y a sus hijos, de las ofrendas que queman para el Señor, desde que fueron investidos para servir al Señor como sacerdotes; (Levítico 7, 35)

  • esto es lo que el Señor mandó que se les diera, desde el momento en que fueron ungidos, como un derecho que ellos tendrán siempre sobre los israelitas, a lo largo de las generaciones. (Levítico 7, 36)

  • fueron depositadas sobre los pechos de las víctimas. Aarón hizo arder las partes grasosas sobre el altar, (Levítico 9, 20)

  • Porque todas esas abominaciones fueron cometidas por los hombres que habitaron el país antes que ustedes, y por eso el país ha sido profanado. (Levítico 18, 27)

  • Él será para ustedes como uno de sus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor, su Dios. (Levítico 19, 34)

  • y convocaron a la comunidad el primer día del segundo mes. Entonces todos se inscribieron por clanes y por familias, y se fueron anotando uno por uno los nombres de los que tenían más de veinte años. (Números 1, 18)

  • Los resultados fueron los siguientes: En la lista de los descendientes de Rubén, el primogénito de Israel, por clanes y por familias -una vez anotados uno por uno los nombres de todos los varones que tenían más de veinte años, o sea, de los aptos para la guerra- (Números 1, 20)

  • fueron registrados 46.500 hombres. (Números 1, 21)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina