Found 1599 Results for: formación del hombre

  • El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. (I Corintios 15, 47)

  • Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. (I Corintios 15, 48)

  • De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial. (I Corintios 15, 49)

  • Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día. (II Corintios 4, 16)

  • Nosotros sabemos, en efecto, que si esta tienda de campaña -nuestra morada terrenal- es destruida, tenemos una casa permanente en el cielo, no construida por el hombre, sino por Dios. (II Corintios 5, 1)

  • Y sé que este hombre -no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!- (II Corintios 12, 3)

  • fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de repetir. (II Corintios 12, 4)

  • De ese hombre podría jactarme, pero en cuanto a mí, sólo me glorío de mis debilidades. (II Corintios 12, 5)

  • Pablo, Apóstol -no de parte de hombres ni por la mediación de un hombre, sino por Jesucristo y por Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos- (Gálatas 1, 1)

  • yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. (Gálatas 1, 12)

  • en revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre (Gálatas 1, 16)

  • Pero como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, hemos creído en él, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley: en efecto, nadie será justificado en virtud de las obras de la Ley. (Gálatas 2, 16)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina