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  • Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás. (II Tesalonicenses 1, 3)

  • En cambio, a ustedes, los que sufren, les dará el descanso junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús, que vendrá desde el cielo, con los ángeles de su poder, (II Tesalonicenses 1, 7)

  • Nosotros, por nuestra parte, siempre debemos dar gracias a Dios, a causa de ustedes, hermanos amados por el Señor. En efecto, Dios los eligió desde el principio para que alcanzaran la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. (II Tesalonicenses 2, 13)

  • Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar. (II Tesalonicenses 3, 9)

  • Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios? (I Timoteo 3, 5)

  • Por eso quiero que las viudas jóvenes se casen, que tengan hijos y atiendan a sus obligaciones domésticas, para no dar lugar a la maledicencia de los enemigos. (I Timoteo 5, 14)

  • Si una mujer creyente tiene viudas en la familia, que se ocupe de ellas. De esta manera, la Iglesia no las tendrá a su cargo y quedará libre para atender a las que están realmente necesitadas. (I Timoteo 5, 16)

  • Al acordarme de tus lágrimas, siento un gran deseo de verte, para que mi felicidad sea completa. (II Timoteo 1, 4)

  • Piensa en lo que te digo, y el Señor, por su parte, te ayudará a comprenderlo todo. (II Timoteo 2, 7)

  • Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. (II Timoteo 3, 15)

  • Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación. (II Timoteo 4, 8)

  • en lugar de dar crédito a las fábulas judías y a los preceptos de personas que dan la espalda a la verdad. (Tito 1, 14)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina