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  • Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, (Génesis 27, 23)

  • Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo: "Sí, la fragancia de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. (Génesis 27, 27)

  • Isaac respondió a Esaú: "Lo he constituido tu señor y le he dado como servidores a todos sus hermanos; lo he provisto de trigo y de vino: ¿qué más puedo hacer por ti, hijo mío?". (Génesis 27, 37)

  • Que él te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedas tomar posesión de la tierra donde ahora vives como extranjero, esa tierra que Dios concedió a Abraham". (Génesis 28, 4)

  • De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. (Génesis 28, 11)

  • Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. (Génesis 28, 14)

  • A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella. (Génesis 28, 18)

  • Y como Jacob se había enamorado de Raquel, respondió: "Te serviré durante siete años, si me das por esposa a Raquel, tu hija menor". (Génesis 29, 18)

  • Por eso, espera que termine la semana de esta fiesta nupcial, y después te daré también a Raquel, como pago por los servicios que me prestarás durante otros siete años". (Génesis 29, 27)

  • Jacob estuvo de acuerdo: esperó que concluyera esa semana, y después, Labán le dio como esposa a su hija Raquel. (Génesis 29, 28)

  • Lía, por su parte, viendo que había dejado de dar a luz, tomó a su esclava Zilpá y se la dio como mujer a Jacob. (Génesis 30, 9)

  • Entonces Jacob añadió: "Tú sabes bien cómo te he servido, y cómo prosperó tu hacienda gracias a mis cuidados. (Génesis 30, 29)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina