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  • El día quince del séptimo mes, con ocasión de la Fiesta, el príncipe hará lo mismo durante siete días: el mismo sacrificio por el pecado, el mismo holocausto, la misma oblación y el mismo aceite. (Ezequiel 45, 25)

  • El príncipe entrará desde afuera, por el vestíbulo de la puerta, y se quedará de pie junto al poste de la puerta. Los sacerdotes ofrecerán su holocausto y su sacrificio de comunión, y él se postrará sobre el umbral de la puerta. Luego saldrá, pero la puerta no se cerrará hasta la tarde. (Ezequiel 46, 2)

  • El holocausto que el príncipe ofrecerá al Señor el día sábado, será de seis corderos sin defecto y de un carnero sin defecto; (Ezequiel 46, 4)

  • Cuando el príncipe presente una ofrenda voluntaria, un holocausto o un sacrificio de comunión como ofrenda voluntaria al Señor, se le abrirá la puerta que mira hacia el este. Él ofrecerá su holocausto y sus sacrificios de comunión como lo hace el día sábado; luego saldrá, y la puerta se cerrará cuando haya salido. (Ezequiel 46, 12)

  • Cada día ofrecerás en holocausto al Señor un cordero nacido en el año y sin defecto: lo ofrecerás cada mañana. (Ezequiel 46, 13)

  • Cada mañana se ofrecerá el cordero, la oblación y el aceite, como holocausto perpetuo. (Ezequiel 46, 15)

  • El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. (Ezequiel 47, 1)

  • Ya no hay más en este tiempo, ni jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto, ni sacrificio, ni oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecer las primicias, (Daniel 3, 38)

  • ¡Vístanse de duelo y laméntense, sacerdotes! ¡Giman, servidores del altar! ¡Vengan, pasen la noche vestidos de penitencia, ministros de mi Dios! Porque se ha privado a la Casa de su Dios de ofrenda y libación. (Joel 1, 13)

  • Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan: "¡Perdona, Señor, a tu pueblo, no entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?". (Joel 2, 17)

  • se tienden sobre ropas tomadas en prenda, al lado de cualquier altar, y beben en la Casa de su Dios el vino confiscado injustamente... (Amós 2, 8)

  • El día en que yo castigue a Israel por sus crímenes, castigaré los altares de Betel; los ángulos del altar serán demolidos y caerán por tierra. (Amós 3, 14)


“O santo silêncio nos permite ouvir mais claramente a voz de Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina