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  • Porque el marido que no tiene fe es santificado por su mujer, y la mujer que no tiene fe es santificada por el marido creyente. Si no fuera así, los hijos de ustedes serían impuros; en cambio, están santificados. (I Corintios 7, 14)

  • Yo deseo que me paguen con la misma moneda. Les hablo como a mis propios hijos: también ustedes abran su corazón. (II Corintios 6, 13)

  • Y seré para ustedes un Padre, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor todopoderoso. (II Corintios 6, 18)

  • Ahora estoy dispuesto a visitarlos por tercera vez, y tampoco en esta oportunidad les seré gravoso, porque lo que yo busco no son sus bienes, sino a ustedes mismos: en efecto, no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos. (II Corintios 12, 14)

  • Reconozcan, entonces, que los verdaderos hijos de Abraham son los que tienen fe. (Gálatas 3, 7)

  • Porque todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús, (Gálatas 3, 26)

  • para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. (Gálatas 4, 5)

  • Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Gálatas 4, 6)

  • ¡Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto hasta que Cristo sea formado en ustedes! (Gálatas 4, 19)

  • Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos: uno de su esclava y otro de su mujer, que era libre. (Gálatas 4, 22)

  • porque el monte Sinaí está en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, ya que ella con sus hijos viven en la esclavitud. (Gálatas 4, 25)

  • Porque dice la Escritura: ¡Alégrate, tú que eres estéril y no das a luz; prorrumpe en gritos de alegría, tú que no conoces los dolores del parto! Porque serán más numerosos los hijos de la mujer abandonada que los hijos de la que tiene marido. (Gálatas 4, 27)


“Para que se preocupar com o caminho pelo qual Jesus quer que você chegue à pátria celeste – pelo deserto ou pelo campo – quando tanto por um como por outro se chegará da mesma forma à beatitude eterna?” São Padre Pio de Pietrelcina