Found 1102 Results for: Ejército de Judá

  • El Señor respondió: "Que suba Judá, porque yo he puesto el país en sus manos". (Jueces 1, 2)

  • Entonces Judá dijo a su hermano Simeón: "Sube conmigo al territorio que me ha tocado en suerte. Atacaremos a los cananeos, y después yo iré contigo al territorio que te ha sido asignado". Y Simeón lo acompañó. (Jueces 1, 3)

  • Cuando Judá subió, el Señor puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bézec a diez mil hombres. (Jueces 1, 4)

  • La tribu de Judá atacó a Jerusalén; la tomaron, pasaron a sus habitantes al filo de la espada e incendiaron la ciudad. (Jueces 1, 8)

  • Luego la tribu de Judá fue a combatir contra los cananeos que habitaban en la Montaña, el Négueb y la Sefelá. (Jueces 1, 9)

  • Judá avanzó contra los cananeos que habitaban en Hebrón -Hebrón se llamaba antiguamente Quiriat Arbá- y derrotó a Sesai, Ajimán y Talmai. (Jueces 1, 10)

  • Los del clan de Jobab, el quenita, que había sido suegro de Moisés, subieron con la tribu de Judá desde la ciudad de las Palmeras hasta el desierto de Judá, al sur de Arad, y se establecieron entre los amalecitas. (Jueces 1, 16)

  • Judá, por su parte, se fue con su hermano Simeón. Ellos derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al exterminio total; por eso, la ciudad se llamó Jormá. (Jueces 1, 17)

  • Pero Judá no pudo apoderarse de Gaza y su territorio, ni de Ascalón y su territorio, ni de Ecrón y su territorio. (Jueces 1, 18)

  • El Señor estaba con Judá, y este pudo ocupar la Montaña, pero no logró desposeer a los habitantes de la llanura, porque estaban equipados con carros de hierro. (Jueces 1, 19)

  • y él los entregó en manos de Iabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara, que vivía en Jaróset Ha Goím. (Jueces 4, 2)

  • Yo atraeré hacia ti, al torrente Quisón, a Sísara, jefe del ejército de Iabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos’". (Jueces 4, 7)


“Tente percorrer com toda a simplicidade o caminho de Nosso Senhor e não se aflija inutilmente.” São Padre Pio de Pietrelcina