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De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús. (Hechos 13, 23)
Ustedes deben saber que la remisión de los pecados les ha sido anunciada por él. Y la justificación que ustedes no podían alcanzar por la Ley de Moisés, gracias a él, (Hechos 13, 38)
Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. (Hechos 15, 1)
Pero se levantaron algunos miembros de la secta de los fariseos que habían abrazado la fe, y dijeron que era necesario circuncidar a los paganos convertidos y obligarlos a observar la Ley de Moisés. (Hechos 15, 5)
Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados». (Hechos 15, 21)
Ahora bien, ellos han oído decir que con tus enseñanzas apartas de Moisés a todos los judíos que viven entre los paganos, diciéndoles que no circunciden a sus hijos y no sigan más sus costumbres. (Hechos 21, 21)
Pero con la protección de Dios, he podido hasta el día de hoy seguir dando testimonio ante los pequeños y los grandes. Y nunca dije nada fuera de lo que los Profetas y Moisés anunciaron que iba a suceder, (Hechos 26, 22)
Entonces fijaron un día para encontrarse con él, y fueron a verlo en mayor número al lugar donde se alojaba. Pablo les habló durante todo el día sobre el Reino de Dios, dándoles toda clase de testimonio y tratando de persuadirlos para que creyeran en Jesucristo, a partir de la Ley de Moisés y de los Profetas. (Hechos 28, 23)
En efecto, todos los que hayan pecado sin tener la Ley de Moisés perecerán sin esa Ley; y los que hayan pecado teniendo la Ley serán juzgados por ella, (Romanos 2, 12)
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia. (Romanos 4, 18)
Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir. (Romanos 5, 14)
Como tampoco todos los descendientes de Abraham son hijos suyos, sino que como dice la Escritura: De Isaac nacerá tu descendencia. (Romanos 9, 7)
