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  • El que seduce a una joven no casada y se acuesta con ella, la dotará y se casará con ella. (Exodo 22, 15)

  • No habitarán en tu tierra, no sea que te lleven a servir sus dioses y a pecar contra mí: eso sería tu ruina. (Exodo 23, 33)

  • Luego mandó algunos jóvenes para que ofrecieran víctimas consumidas por el fuego y sacrificaran novillos como sacrificios de comunión. (Exodo 24, 5)

  • Sobrará la mitad de una de las cubiertas que sirven para toldo: dejarás caer esta mitad sobre la parte posterior y anterior de la Morada. (Exodo 26, 12)

  • para que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies. Que se laven con esta agua cuando entren a la Tienda de las Citas, no sea que mueran. (Exodo 30, 19)

  • que se laven las manos y los pies, no sea que mueran; este será un rito perpetuo para Aarón y su descendencia de generación en generación. » (Exodo 30, 21)

  • Ellos me dijeron: No sabemos lo que ha pasado con Moisés, el que nos ha sacado de Egipto, así que fabrícanos dioses que nos lleven adelante. (Exodo 32, 23)

  • Se colocó, pues, a la entrada del campamento y llamó en voz alta: «¡Vengan a mí los que estén por Yavé!» Todos los de la tribu de Leví se juntaron en torno a él. (Exodo 32, 26)

  • Yavé hablaba con Moisés, cara a cara, como habla un hombre con su prójimo. Después Moisés volvía al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, no se alejaba de la Tienda. (Exodo 33, 11)

  • y dijo: «Señor, si realmente me miras con buenos ojos, ven y camina en medio de nosotros; aunque sea un pueblo rebelde, perdona nuestras faltas y pecados, y recíbenos por herencia tuya.» (Exodo 34, 9)

  • Venían hombres y mujeres: todos los de corazón generoso traían joyas, aros, anillos, collares y toda clase de objetos de oro, el oro que cada uno presentaba como ofrenda a Yavé. (Exodo 35, 22)

  • Este era el inventario de la Morada de la Alianza, realizado por orden de Moisés y hecho por los levitas bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. (Exodo 38, 21)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina