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  • Jesús amenazó al demonio, ordenándole: «Cállate y sal de ese hombre.» El demonio lo arrojó al suelo, pero luego salió de él sin hacerle daño alguno. (Evangelio según San Lucas 4, 35)

  • Trae acá a tu hijo.» Cuando el muchacho se acercaba, el demonio lo arrojó al suelo con violentas sacudidas. Pero Jesús habló al espíritu malo en tono dominante, curó al muchacho y se lo devolvió a su padre. (Evangelio según San Lucas 9, 42)

  • Te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios.» (Evangelio según San Lucas 19, 44)

  • Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo.) (Evangelio según San Lucas 22, 44)

  • Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? (Evangelio según San Lucas 24, 5)

  • Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo. (Evangelio según San Juan 2, 15)

  • Le hacían esta pregunta para ponerlo en dificultades y tener algo de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. (Evangelio según San Juan 8, 6)

  • Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo. (Evangelio según San Juan 8, 8)

  • Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron al suelo. (Evangelio según San Juan 18, 6)

  • Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hecho de los Apóstoles 9, 4)

  • y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. (Hecho de los Apóstoles 9, 8)

  • Vio el cielo abierto y algo que descendía del cielo: era como una tienda de campaña grande, cuyas cuatro puntas venían a posarse sobre el suelo. (Hecho de los Apóstoles 10, 11)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina