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  • Al frente de la primera sección de veinticuatro mil hombres para el primer mes, estaba Jesboam, hijo de Zabdiel, (1 Crónicas 27, 2)

  • Salomón hizo la cuenta de todos los extranjeros que había en la tierra de Israel, según el censo hecho por David, su padre; y se halló que eran ciento cincuenta y tres mil seiscientos. (2 Crónicas 2, 16)

  • Cuando los hombres de Judá se dieron cuenta, vieron que se presentaba el combate de frente y por detrás. (2 Crónicas 13, 14)

  • Al darse cuenta de que no era el rey de Israel, los jefes de carros se apartaron de él. (2 Crónicas 18, 32)

  • Muchos de los sacerdotes, levitas y de los más ancianos jefes de familia que habían conocido la casa primera, lloraban con grandes gemidos, mientras se ponían los cimientos. Pero otros lanzaban gritos de alegría, (Esdras 3, 12)

  • Otros decían: «Tuvimos que pedir dinero prestado a cuenta de nuestros campos y viñas para pagar el impuesto al rey. (Nehemías 5, 4)

  • Diariamente se mataba un ternero, seis carneros escogidos y aves, y cada diez días se traía gran cantidad de vino. Todo esto corría por mi cuenta y, sin embargo, jamás pedí el pan del gobernador, porque los trabajos pesaban ya bastante sobre el pueblo. (Nehemías 5, 18)

  • Ahora, pues, oh Dios nuestro, Dios grande, poderoso y temible, que mantienes tu alianza y tu amor, toma en cuenta la miseria que ha caído sobre nosotros, sobre nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, sobre nuestros padres y sobre todo tu pueblo desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta el día de hoy. (Nehemías 9, 32)

  • Durante la primera etapa de tres días llegaron desde Nínive a la llanura de Bektilez, cerca del monte que está al norte de Cilicia. (Judit 2, 21)

  • Nadie, sin embargo, era obligado a tomar más de la cuenta, pues el rey había ordenado a sus mayordomos que respetaran los deseos de cada uno. (Ester 1, 8)

  • Fue entonces a ver al rey y le dijo: «En medio de la gran población de todas tus provincias vive un pueblo que no se junta con nadie. Sus leyes son totalmente distintas a las demás y no toman en cuenta tus decretos. Por ningún motivo te conviene dejarlos tranquilos. (Ester 3, 8)

  • Si tú quieres, podemos dictar un decreto para acabar con ellos, y yo, en cambio, depositaré a cuenta del tesoro real más de diez mil talentos en manos de tus funcionarios.» (Ester 3, 9)


“Quando o dia seguinte chegar, ele também será chamado de hoje e, então, você pensará nele. Tenha sempre muita confiança na Divina Providência.” São Padre Pio de Pietrelcina