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  • Por el contrario, al que no puede presentar obras, pero cree en Aquel que hace justos a los pecadores, se le toma en cuenta su fe para hacerlo justo. (Carta a los Romanos 4, 5)

  • Así David felicita al que Dios cuenta entre los justos sin que sea el fruto de sus obras: (Carta a los Romanos 4, 6)

  • Feliz el hombre a quien Dios no le toma en cuenta su pecado. (Carta a los Romanos 4, 8)

  • Esta felicidad, ¿está reservada sólo para los circuncidados o es también para los incircuncisos? Acabamos de decir que se tomó en cuenta la fe de Abrahán para contarlo entre los justos. (Carta a los Romanos 4, 9)

  • Justamente recibió el rito de la circuncisión, cuando aún no estaba circuncidado, como un sello o como una señal de que por su fe Dios lo había puesto en un estado de justicia. De manera que Abrahán es el padre de todos los que creen sin haber sido circuncidados, y Dios se lo toma en cuenta para hacerlos justos y santos. (Carta a los Romanos 4, 11)

  • Y Dios tomó en cuenta esa fe para hacerlo justo. (Carta a los Romanos 4, 22)

  • Se le tomó en cuenta su fe. Estas palabras de la Escritura no sólo van dirigidas a él, (Carta a los Romanos 4, 23)

  • sino también a nosotros; se nos tomará en cuenta nuestra fe en Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor. (Carta a los Romanos 4, 24)

  • Hermanos, no se tomen la justicia por su cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la venganza, yo daré lo que se merece, dice el Señor. (Carta a los Romanos 12, 19)

  • Quede bien claro que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí mismo. (Carta a los Romanos 14, 12)

  • Tomen esto en cuenta, y si se interesan por los dones espirituales, ansíen los que edifican la Iglesia. Así no les faltará nada. (1º Carta a los Corintios 14, 12)

  • Si llega Timoteo, procuren que no se sienta incómodo entre ustedes. Tengan en cuenta que trabaja en la obra del Señor como yo. (1º Carta a los Corintios 16, 10)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina