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  • Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo. (Hecho de los Apóstoles 16, 14)

  • y se despidió de ellos con estas palabras: «Si Dios quiere, volveré de nuevo por aquí.» Y se fue de Efeso por mar. (Hecho de los Apóstoles 18, 21)

  • Con este ejemplo les he enseñado claramente que deben trabajar duro para ayudar a los débiles. Recuerden las palabras del Señor Jesús: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir.» (Hecho de los Apóstoles 20, 35)

  • Hasta este punto la gente estuvo escuchando a Pablo, pero al oír estas últimas palabras, se pusieron a gritar: «¡Mata a ese hombre! ¡No tiene derecho a vivir!» (Hecho de los Apóstoles 22, 22)

  • Félix, que estaba bien informado sobre el Camino, postergó el caso con estas palabras: «Cuando baje el comandante Lisias, resolveré este caso.» (Hecho de los Apóstoles 24, 22)

  • Pero el oficial romano confiaba más en el piloto y en el patrón del barco que en las palabras de Pablo. (Hecho de los Apóstoles 27, 11)

  • Unos se convencían por sus palabras y otros no. (Hecho de los Apóstoles 28, 24)

  • Al final los judios se retiraron muy divididos; Pablo los despidió con estas palabras: «Es muy acertado lo que dijo el Espíritu Santo cuando hablaba a sus padres por boca del profeta Isaías: (Hecho de los Apóstoles 28, 25)

  • Se comprobará que Dios es fidelidad, mientras que el hombre siempre defrauda, como dice la Escritura: Será probado que tus palabras son verdaderas y saldrás vencedor si te quieren juzgar. (Carta a los Romanos 3, 4)

  • ¡Muy bien! Entonces hagamos el mal para que venga el bien. Algunos calumniadores dicen que ésa es nuestra enseñanza, pero tendrán que responder de tales palabras. (Carta a los Romanos 3, 8)

  • Se le tomó en cuenta su fe. Estas palabras de la Escritura no sólo van dirigidas a él, (Carta a los Romanos 4, 23)

  • Somos débiles pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos. (Carta a los Romanos 8, 26)


“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina