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Sobre Ajab, hijo de Colaya, y Sedecías, hijo de Masaya, que abusaron de mi nombre para anunciar mentiras, esto es lo que dice Yavé de los Ejércitos, Dios de Israel: Los entregaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, que les dará muerte en presencia de ustedes mismos. (Jeremías 29, 21)
Entonces el rey juró en secreto a Jeremías: «Por Yavé y por la vida que nos ha dado, que no te mataré, ni te entregaré a los jefes que buscan tu muerte.» (Jeremías 38, 16)
Si los jefes saben que he hablado contigo y te preguntan qué hemos conversado, aunque te amenacen de muerte, (Jeremías 38, 25)
Luego le sacó los ojos a Sedecías y lo amarró con cadenas de bronce. Después el rey de Babilonia se lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo prisionero hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)
Su mantenimiento fue siempre asegurado por el rey de Babilonia, día a día, hasta su muerte, mientras vivió. (Jeremías 52, 34)
Mira, Yavé, que estoy en angustias, me hierven las entrañas. Dentro se me retuerce el corazón, porque he sido muy rebelde. Afuera la espada acaba con los hijos, y dentro de la ciudad, la muerte. (Lamentaciones 1, 20)
No pueden librar a un hombre de la muerte ni amparar al débil contra el poderoso. (Baruc 6, 35)
Gritó con todas sus fuerzas en mis oídos: "¡Castigos de la ciudad, acérquense! ¡Que cada uno lleve en la mano su instrumento de muerte!" (Ezequiel 9, 1)
Aparecen entonces seis hombres desde el lado de la Puerta Alta, que mira al norte: cada cual lleva en la mano un instrumento de muerte, y en medio de ellos veo a un hombre con un traje de lino, que tiene en la cintura una tablilla de escriba. Vienen a ponerse al lado del altar de bronce, (Ezequiel 9, 2)
presta su dinero con interés y cobra comisiones. ¿Después de eso, vivirá? Ciertamente que no. Si cometió todos esos crímenes, debe morir: él será responsable de su muerte. (Ezequiel 18, 13)
¿Creen ustedes que me gusta la muerte del malvado? dice Yavé. Lo que me agrada es que renuncie a su mal comportamiento y así viva. (Ezequiel 18, 23)
A mí no me gusta la muerte de nadie -palabra de Yavé-; conviértanse y vivirán". (Ezequiel 18, 32)