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Leyeron en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que todos comprendieran lo que les estaban leyendo. (Nehemías 8, 8)
Entonces Esdras, maestro de la Ley, dijo al pueblo: «Este día está dedicado a Yavé, el Dios de ustedes, no estén tristes ni lloren.» Porque todos lloraban al oír la lectura de la Ley. (Nehemías 8, 9)
Al segundo día, los jefes de familia, los sacerdotes y levitas se reunieron junto al maestro de la Ley, Esdras, para enterarse de la Ley. (Nehemías 8, 13)
Leyeron el libro de la Ley de Dios diariamente, desde el primer día hasta el último de la fiesta; la fiesta duró siete días y se concluyó el día octavo con una asamblea. (Nehemías 8, 18)
Se pusieron de pie permaneciendo en su lugar, y se leyó en el libro de la Ley de Yavé, su Dios, por espacio de tres horas; durante otras tres horas confesaron sus pecados y quedaron postrados ante Yavé, su Dios. (Nehemías 9, 3)
Entonces Esdras dijo: «Tú, Yavé, tú solo hiciste los cielos, el cielo de los cielos y todo su ejército, la tierra y cuanto hay en ella, los mares y todo lo que contienen. A todos tú les das vida, y a ti te adoran todos los ángeles del cielo. (Nehemías 9, 6)
Los hijos de Leví, jefes de familia, fueron registrados en el Libro de las Crónicas, hasta el tiempo de Yojanán, nieto de Elyasib. (Nehemías 12, 23)
Estos vivían en tiempos de Yoyaquim, hijo de Josué, hijo de Josadac, y en tiempos de Nehemías, el gobernador, y de Esdras, el sacerdote maestro de la Ley. (Nehemías 12, 26)
Semaías, Azarel, Guilalay, Maay, Natanael, Judá, Jananí, con los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Y Esdras, el maestro de la Ley, iba al frente de ellos. (Nehemías 12, 36)
En aquel tiempo se leyó en presencia del pueblo el libro de la Ley de Moisés, y se encontró escrito en él: «El amonita y el moabita jamás entrarán en la asamblea de Dios, (Nehemías 13, 1)
Tobías respondió: «No comeré ni beberé hasta que decidas acerca de lo que te he pedido.» Y Ragüel dijo: «Ahora mismo lo decido. Hoy Sara te es entregada conforme a las disposiciones del Libro de Moisés; entiende, pues, que Dios mismo te la entrega. Recibe a tu hermana, pues en adelante tú serás para ella un hermano, y ella, una hermana para ti. Que el Señor del Cielo los guíe por el buen camino esta misma noche, pues sus caminos son misericordia y paz.» (Tobías 7, 12)
Luego Ragüel llamó a su hija Sara, que se acercó. Le tomó la mano y la puso en manos de Tobías, diciendo: «Recíbela conforme a la Ley, de acuerdo con las disposiciones del Libro de Moisés, que hace de ella tu esposa. Llévala a la casa de tu padre. El Dios del Cielo los guíe por los caminos de la paz.» (Tobías 7, 13)