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  • El mayordomo les dijo: «Quédense tranquilos y no tengan miedo. El Dios de ustedes y el Dios de su padre les ha puesto ese tesoro en sus bolsas, pues yo recibí toda su plata.» Y en seguida les devolvió a Simeón. (Génesis 43, 23)

  • Así, devolvió Dios a Abimelec el mal que había hecho a su padre, matando a sus setenta hermanos. (Jueces 9, 56)

  • Su madre respondió: «¡Que mi hijo sea bendito de Yavé!» Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Pero su madre le dijo: «Yo quería consagrar este dinero a Yavé y dárselo de mi propia mano, para que, con este dinero, mi hijo se hiciera una estatua con una cubierta de metal. Así que te doy esta plata.» (Jueces 17, 3)

  • El, sin embargo, devolvió la plata a su madre, la cual separó doscientos siclos para el fundidor. Este le hizo una estatua de madera cubierta de metal y estuvo en casa de Miqueas. (Jueces 17, 4)

  • Saúl eligió tres mil hombres de Israel, de los cuales dos mil estaban con él en Micmas y en los cerros de Betel, y mil con Jonatán en Guibea de Benjamín. En cuanto al resto del pueblo, lo devolvió a sus carpas. (1 Samuel 13, 2)

  • Reconstruyó Elat y la devolvió a Judá, después que murió el rey, su padre. (2 Reyes 14, 22)

  • Reconstruyó Elat y la devolvió a Judá, después que el rey se hubo acostado con sus padres. (2 Crónicas 26, 2)

  • Devolvió a los presos arrestados anteriormente en Judea, después regresó a su país y no volvió más al territorio de Judea. (1 Macabeos 9, 72)

  • entregaron los rehenes a Jonatán y éste los devolvió a sus parientes. (1 Macabeos 10, 9)

  • Devolvió al templo su esplendor y aumentó el número de los vasos sagrados. (1 Macabeos 14, 15)

  • Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos. (Evangelio según San Mateo 27, 3)

  • Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. (Evangelio según San Lucas 4, 20)


“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina