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si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu obscuridad se volverá como la claridad del mediodía. (Isaías 58, 10)
Volverás a edificar sobre las ruinas antiguas y reconstruirás sobre los cimientos del pasado; y todos te llamarán: El que repara sus muros, el que arregla las casas en ruinas. (Isaías 58, 12)
Si te preocupas de no caminar en día sábado ni de tratar tus negocios en el día santo; si tú llamas al sábado «Delicioso», y «Venerable» al día consagrado a Yavé; si tú lo veneras, evitando los viajes, no haciendo tus negocios ni arreglando, ese día, tus asuntos, (Isaías 58, 13)
la rebelión e hipocresía para con Yavé, y la infidelidad a nuestro Dios, nuestras traiciones y revueltas y nuestros pensamientos y juicios injustos. (Isaías 59, 13)
La verdad ya no existe, y el que se aparta del mal es despojado. EL SEÑOR INTERVIENE Lo vio Yavé y no le gustó que no hubiera justicia. (Isaías 59, 15)
Los del Occidente han conocido su Nombre, y los del Oriente, su Gloria, pues llega como un torrente encajonado, empujado por un soplo de Yavé. (Isaías 59, 19)
Por lo que a mí me toca, dice Yavé, ésta será la alianza que hago con ellos: Mi espíritu, que ha venido sobre ti, y mis palabras que he puesto en tu boca, no se alejarán de tu boca ni de la boca de tus hijos o de tus nietos, desde ahora en adelante y para siempre, afirma Yavé. (Isaías 59, 21)
Tú entonces, al verlo, te pondrás radiante, palpitará tu corazón muy emocionado; traerán a ti tesoros del otro lado del mar y llegarán a ti las riquezas de las naciones. (Isaías 60, 5)
Pero si las islas ahora creen en mí! mira cómo los barcos de Tarsis acuden, trayendo de lejos a tus hijos, con su plata y su oro, a causa del Nombre de Yavé, tu Dios, del Santo de Israel que te ha glorificado. (Isaías 60, 9)
A ti llegará lo mejor del Líbano, con el ciprés, el olmo y el alerce, para adornar mi Lugar Santo y honrar la Casa donde yo resido. (Isaías 60, 13)
Vendrán a verte y se inclinarán ante ti los hijos de los que te humillaban, y se echarán a tus pies los que te despreciaban. Te llamarán: «Ciudad de Yavé», «Sión del Santo de Israel». (Isaías 60, 14)
Ya que tú fuiste la abandonada, la odiada y desamparada, en adelante yo haré que te sientas orgullosa, y te daré alegría para siempre. (Isaías 60, 15)