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  • Pero no se acuerden más de otros tiempos, ni sueñen ya más en las cosas del pasado. (Isaías 43, 18)

  • El escultor mide la madera, dibuja a lápiz la figura, la trabaja con el cincel y le aplica el compás. Lo hace siguiendo las medidas del cuerpo humano, y con cara de hombre, para ponerlo en un templo. (Isaías 44, 13)

  • Para esto tuvo que escoger un cedro o un roble entre los árboles del bosque, o bien plantó un laurel que la lluvia hizo crecer. (Isaías 44, 14)

  • El hombre ya tiene para hacer fuego, para calentarse y para cocer el pan. Pero también fabrica con esa madera un dios para agacharse delante de él; se hace un ídolo para adorarlo. (Isaías 44, 15)

  • Yo iré delante de ti y aplanaré las pendientes, destrozaré las puertas de bronce y romperé las trancas de hierro. (Isaías 45, 2)

  • para que todos sepan, del oriente al poniente, que nada existe fuera de mí. (Isaías 45, 6)

  • Pobre del que se atreve a gritarle a su padre: «¿Qué clase de hijo tienes?» O a su madre: «¿Qué es lo que has dado a luz?» (Isaías 45, 10)

  • Así habla Yavé: «El trabajo de Egipto y las ganancias de Etiopía, junto con los sebaítas, de alta estatura, pasarán a poder tuyo y te pertenecerán. Irán detrás de ti encadenados, se agacharán delante de ti y volviendo su cara hacia ti suplicarán: «Sólo en ti está Dios, y no hay otro. (Isaías 45, 14)

  • Vuélvanse a mí para que se salven, desde cualquier parte del mundo, pues ¡yo soy Dios y no tengo otro igual! (Isaías 45, 22)

  • Pero la gente saca el oro de su cartera y lo pesan, con la plata, en la balanza. Le pagan a un joyero para que les haga un dios al que adoran y delante del cual se tiran al suelo. (Isaías 46, 6)

  • ¡Baja y siéntate en el suelo, virgen hija de Babel! No más trono: Siéntate en la tierra, hija de los caldeos. Ya no te llamarán más delicada y tierna. (Isaías 47, 1)

  • Ahora, escucha esto, delicada, tú que te sientes tan segura y dices: «Yo, y nadie más; no quedaré viuda, ni perderé mis hijos.» (Isaías 47, 8)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina