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derribaré el muro, y será pisoteada. Ya no la cuidaré en adelante, no se podará ni se limpiará más, sino que crecerán en ella la zarza y el espino, y les mandaré a las nubes que no dejen caer más lluvia sobre ella. (Isaías 5, 6)
Vuelvan, pues, a Tarsis, y dejen que se lamenten los habitantes de la costa, habitantes de la costa. (Isaías 23, 6)
él, que les había dicho: «Este es el lugar para descansar, dejen descansar al que está cansado. es el momento de parar.» Pero no quisieron hacerle caso. (Isaías 28, 12)
Así, pues, dejen de burlarse, no sea que se les aprieten las ataduras; pues, sépanlo: "Destrucción total y para todo el país", esto es lo que he oído de Yavé de los Ejércitos. (Isaías 28, 22)
Así habla el rey: No se dejen engañar por Ezequías, porque no los podrá salvar; (Isaías 36, 14)
Dejen salir al pueblo ciego, pero que tiene ojos, sordo y que sin embargo tiene oídos. (Isaías 43, 8)
ni lo dejen tranquilo, hasta que restaure a Jerusalén y la ponga en un trono de honor en medio de la tierra. (Isaías 62, 7)
Dejen de oprimir al extranjero, al huérfano y a la viuda. No manchen este lugar con sangre de gente asesinada. No vayan en pos de otros dioses, para desgracia de ustedes. (Jeremías 7, 6)
Que se apresuren en entonarnos una canción fúnebre. Dejen que lloren nuestros ojos y que derramen llanto nuestros párpados. (Jeremías 9, 17)
Sus palabras han sido: "Dejen su mala conducta y sus malas acciones, sólo así podrán ustedes permanecer en el territorio que Yavé concedió a ustedes y a sus padres, siempre y por siempre. (Jeremías 25, 5)
No se dejen engañar por los profetas, ni por los adivinos que hay entre ustedes, ni crean en sus sueños, fruto de su imaginación. (Jeremías 29, 8)
Les he mandado, repetidas veces, a todos mis servidores los profetas, con este aviso: Dejen el mal camino que llevan, mejoren de conducta, no anden tras otros dioses para adorarlos, y sólo entonces podrán quedarse en la tierra que les di a ustedes y a sus padres. Pero ustedes no me han oído ni me han hecho caso. (Jeremías 35, 15)