Found 177 Results for: dejó

  • Josué incendió la ciudad y no dejó sino ruinas; este lugar ha quedado así hasta el día de hoy. (Josué 8, 28)

  • Josué cumplió su promesa y no dejó que los israelitas los mataran, (Josué 9, 26)

  • Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis, pero Josué lo derrotó junto con todo su pueblo y no dejó a nadie con vida. (Josué 10, 33)

  • De esta forma Josué conquistó toda la parte de los cerros, el desierto de Negueb, el llano y las pendientes con sus reyes. No dejó ningún sobreviviente, sino que consagró en anatema a todo ser viviente, según Yavé lo había ordenado. (Josué 10, 40)

  • Así, pues, Yavé dejó subsistir esas naciones y no les quitó tan pronto el territorio; por eso no los había entregado en manos de Josué. (Jueces 2, 23)

  • Estos son los pueblos que Yavé dejó subsistir para probar con ellos a Israel, es decir, a todos los israelitas que no habían conocido ninguna de las guerras de Canaán. (Jueces 3, 1)

  • Los dejó subsistir para que las generaciones de los hijos de Israel que antes no habían conocido la guerra aprendieran a guerrear. (Jueces 3, 2)

  • Por esto estalló la ira de Yavé contra Israel y los dejó en manos de Cusan Risataím, rey de Aram, al que estuvieron sometidos durante ocho años. (Jueces 3, 8)

  • y él los dejó en poder de Yabín, rey de Canaán. Yabín reinaba en Jasor, y el jefe de su ejército era Sísara, quien vivía en Haroset. (Jueces 4, 2)

  • Gedeón subió por el camino de los nómadas, al este de Nobaj y de Yogbohá, y se dejó caer sobre el campamento cuando se creían ya seguros. Zebaj y Salmuná huyeron. (Jueces 8, 11)

  • Abimelec volvió a Aruma; pero Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no los dejó habitar en Siquem. (Jueces 9, 41)

  • Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: Déjame, por favor, pasar por tu país; pero el rey de Edom no los atendió. Los envió también al rey de Moab, quien tampoco los dejó pasar, e Israel se quedó en Cadés; (Jueces 11, 17)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina