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Serás echado de entre los hombres, vivirás con los animales del campo; comerás hierba como los bueyes y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo dispone del poder entre los hombres y que se lo da a quien le agrada. (Daniel 4, 29)
Fue expulsado de la sociedad, pues se comportaba como un bruto, y estuvo entre las fieras del campo. Comía hierba como los bueyes, vivía a la intemperie como los rebaños hasta que reconoció que el Dios Altísimo tiene en su mano los tronos de los hombres y coloca en ellos a quien quiere (Daniel 5, 21)
Vivía en ese tiempo en Judea el profeta Habacuq; éste acababa de preparar un guiso y de picar pan en un plato, y se dirigía al campo para llevárselo a los segadores. (Daniel 14, 33)
Si Israel se muestra rebelde como una vaquilla salvaje, ¿cómo podrá Yavé llevarlo a pastar como un cordero a pleno campo? (Oseas 4, 16)
Si Galaad no es más que pecado, ellos no son más que mentira; en Guilgal ofrecen sus sacrificios a los terneros; por eso sus altares no serán más que piedras esparcidas en el campo. (Oseas 12, 12)
El campo ha sido desolado, de duelo está la tierra porque la cosecha del trigo está perdida; nos falta el vino y el aceite se nos ha terminado. (Joel 1, 10)
La viña se ha secado y la higuera languidece; el granado, la palmera y el manzano, todos los árboles del campo están secos, y se nos fue la alegría como avergonzada. (Joel 1, 12)
Proclamen un ayuno y una asamblea santa, congreguen a los ancianos y a toda la gente del campo en la Casa de Yavé, su Dios, y clamen a él: (Joel 1, 14)
Oh Yavé, a ti clamo, porque el fuego ha consumido los árboles del campo. (Joel 1, 19)
Hasta las bestias del campo se vuelven a ti ávidas porque se han secado los arroyos y el fuego ha devorado los prados del llano. (Joel 1, 20)
Es como el estruendo de carros, como el sonido de la llama de fuego que devora la paja seca. Son como un ejército poderoso en orden de batalla. (Joel 2, 5)
No teman, animales del campo, porque los prados del desierto han reverdecido, los árboles han dado su fruto, la higuera y la vid, sus riquezas. (Joel 2, 22)