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  • Las paredes de la Casa fueron esculpidas en todo su contorno, con figuras de querubines, de palmas y guirnaldas de flores, tanto en el interior del Lugar Santísimo como en la parte anterior. (1 Reyes 6, 29)

  • Luego edificó el patio interior con tres filas de piedras y, arriba, tablones de cedro. (1 Reyes 6, 36)

  • El patio grande tenía en derredor tres filas de piedras talladas y una fila de tablas de cedro labrado, igual que el patio interior de la Casa de Yavé y su Vestíbulo. (1 Reyes 7, 12)

  • Aquel día el rey consagró el interior del patio que está delante de la Casa, pues ofreció allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que estaba ante Yavé se hizo chico ese día, para contener todas las víctimas sacrificadas. (1 Reyes 8, 64)

  • En el interior de la sala del Lugar Santísimo hizo los querubines de metal forjado, que revistió de oro. (2 Crónicas 3, 10)

  • Se apoyaba sobre doce bueyes; tres mirando al norte, tres mirando al oeste, tres mirando al sur, y tres mirando al este. El mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior. (2 Crónicas 4, 4)

  • Salomón consagró el interior del patio que está delante de la Casa de Yavé. Allí ofreció los holocaustos y las grasas de los sacrificios de comunión, ya que el altar de bronce que había hecho Salomón no podía contener los holocaustos, las ofrendas y las grasas. (2 Crónicas 7, 7)

  • Los sacerdotes entraron en el interior de la Casa de Yavé para purificarla, y sacaron de la Casa de Yavé al patio todas las impurezas que encontraron en el santuario de Yavé. Los levitas, por su parte, las amontonaron para llevarlas fuera, al torrente Cedrón. (2 Crónicas 29, 16)

  • Luego fui donde Semeías, hijo de Delaías, hijo de Metabeel, ya que no podía salir de su casa. El me dijo: «Reunámonos en la Casa de Dios, en el interior del santuario; y cerremos sus puertas, porque van a venir a matarte, y lo harán esta misma noche.» (Nehemías 6, 10)

  • quienes al ver a Judit transformada quedaron maravillados de su belleza y le dijeron: (Judit 10, 7)

  • Aquellos hombres, al oírla hablar y ver su extraordinaria belleza, le dijeron: (Judit 10, 14)

  • Quedaban prendidos de su belleza y, al verla, admiraban a los hijos de Israel y decían: «¿Quién puede despreciar a un pueblo que tiene mujeres tan bellas? Sería un error dejar con vida a un solo hombre, porque los que queden podrían engañar a todo el mundo.» (Judit 10, 19)


“O homem sem Deus é um ser mutilado”. São Padre Pio de Pietrelcina