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  • Cuando alguien ofrezca vacuno como sacrificio de comunión, ya sea macho o hembra, ofrecerá un animal sin defecto. (Levítico 3, 1)

  • Si lo que se ofrece como sacrificio de comunión ante Yavé es de ganado menor, se ofrecerá un animal sin defecto, macho o hembra. (Levítico 3, 6)

  • Todo lo restante del animal, la piel, toda la carne, la cabeza, patas e intestinos y el excremento, lo llevará fuera del campamento, a un lugar limpio donde se suelen echar las cenizas de las víctimas. Allí lo quemarán sobre un montón de leña. (Levítico 4, 12)

  • Vale también para la persona que toca por inadvertencia cosas impuras, ya sea el cuerpo de una bestia impura, o de un animal impuro, o bien de algún reptil impuro, pero después se da cuenta y entonces se encuentra con un delito. (Levítico 5, 2)

  • El que haya tocado cualquier cosa impura, sea de hombre o de animal, o cualquier otra abominación impura, y a pesar de eso coma de la carne del sacrificio de comunión ofrecida a Yavé, será borrado de entre los suyos.» (Levítico 7, 21)

  • La grasa de animal muerto o destrozado podrá servir para cualquier uso, pero no la comerán. (Levítico 7, 24)

  • El que coma grasa de algún animal que suele ofrecerse en sacrificio por el fuego para Yavé, será borrado de entre los suyos. (Levítico 7, 25)

  • Cualquiera fuere el lugar donde vivan, no comerán sangre, bien sea de animal, o de ave. (Levítico 7, 26)

  • Ustedes comerán el animal de pezuña partida, hendida en dos uñas y que rumia. (Levítico 11, 3)

  • Sepan distinguir entre lo impuro y lo puro, entre el animal que puede comerse y el que no. (Levítico 11, 47)

  • Si un hombre de Israel, o alguno de los extranjeros que viven en medio de ustedes, caza un animal o ave que está permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. (Levítico 17, 13)

  • Porque la sangre de todo ser viviente es su misma alma. Por eso mandé a los hijos de Israel: «No comerán la sangre de ningún animal, pues la sangre es su alma misma.» El que la coma será eliminado. (Levítico 17, 14)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina