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  • Entonces el sacerdote pedirá a la mujer que repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición manifestará tu inocencia. (Números 5, 19)

  • Después, el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las lavará en el agua amarga. (Números 5, 23)

  • Luego tomará un puñado de la harina ofrecida en sacrificio y la quemará sobre el altar; finalmente, dará a beber el agua amarga a la mujer. (Números 5, 26)

  • Si la mujer fue infiel a su marido y se hizo impura, el agua que bebió se volverá amarga en ella, se le hinchará el vientre y se le marchitarán los senos y será mujer maldita en medio de su pueblo. (Números 5, 27)

  • les dijo: «No me llamen por mi nombre, sino díganme Amarga, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. Partí con todo, y el Señor me hace volver con las manos vacías. ¿Para qué, pues, me llaman Noemí, cuando Yavé me ha condenado a ser una desgraciada?» (Rut 1, 21)

  • Es que Yavé había visto la miseria amarga en extremo de Israel. Ya no había nadie, ni esclavo, ni libre, que ayudara a Israel. (2 Reyes 14, 26)

  • Pero ellos, no contentos con imponernos amarga servidumbre, han jurado ante sus dioses (Ester 14, 8)

  • ¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tendrán una vida amarga? (Job 3, 20)

  • Saqué esta conclusión: que la mujer es más amarga que la muerte; ella es para el hombre una trampa, su corazón es una red y sus brazos, cadenas. El que agrada a Dios se escapa de ella, pero el pecador se deja atrapar. (Eclesiastés (Qohelet) 7, 26)

  • De vuelta a casa, descansaré a su lado, porque su compañía no es amarga; vivir con ella no cuesta nada, sino que, al contrario, trae alegría y felicidad". (Sabiduría 8, 16)

  • Por ti se rapan la cabeza y se visten de sacos; muy afligidos, dejarán oír sus lamentos, una amarga lamentación. (Ezequiel 27, 31)

  • Se aproxima el gran día de Yavé, ya está cerca, ya llega corrriendo. El día de Yavé: su solo estruendo es una cosa amarga, y hasta el valiente grita de pavor. (Sofonías 1, 14)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina