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  • Pero añade, y se refiere a Israel: Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde. (Carta a los Romanos 10, 21)

  • Entonces debo preguntar: ¿Es posible que Dios haya rechazado a su pueblo? ¡Por supuesto que no! Yo también soy israelita, descendiente de Abrahán y de la tribu de Benjamín. (Carta a los Romanos 11, 1)

  • No, Dios no ha rechazado a su pueblo, al que de antemano conoció. ¿No se acuerdan de lo que dice la Escritura acerca de Elías, cuando éste acusaba a Israel ante Dios? (Carta a los Romanos 11, 2)

  • Entiéndanme: Cristo se puso al servicio del pueblo judío para cumplir las promesas hechas a sus padres, porque Dios es fiel. (Carta a los Romanos 15, 8)

  • Y también: Alégrense, naciones paganas, junto con el pueblo de Dios. (Carta a los Romanos 15, 10)

  • Todos recibieron ese bautismo de la nube y del mar, para que así fueran el pueblo de Moisés; (1º Carta a los Corintios 10, 2)

  • No se hagan servidores de ídolos, al igual que algunos de ellos, como dice la Escritura: El pueblo se sentó a comer y a beber y se levantaron para divertirse. (1º Carta a los Corintios 10, 7)

  • Dios dice en la Ley: Hablaré a este pueblo en lenguas extrañas y por boca de extranjeros, pero ni así me escucharán. (1º Carta a los Corintios 14, 21)

  • ¿Qué tiene que ver el Templo de Dios con los ídolos? Nosotros somos el Templo del Dios vivo. Dios lo dijo: Habitaré y viviré en medio de ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (2º Carta a los Corintios 6, 16)

  • No hagamos ya distinción entre pueblo de la circuncisión y mundo pagano, porque una nueva creación ha empezado. (Carta a los Gálatas 6, 15)

  • En Cristo fuimos elegidos nosotros:Aquel que dispone de todas las cosasy las somete a su voluntad,decidió que fuéramos pueblo suyo, (Carta a los Efesios 1, 11)

  • que es el anticipo de nuestra herencia.Por él va liberando al pueblo que hizo suyo,para que al fin sea alabada su Gloria. (Carta a los Efesios 1, 14)


“No tumulto das paixões terrenas e das adversidades, surge a grande esperança da misericórdia inexorável de Deus. Corramos confiantes ao tribunal da penitência onde Ele, com ansiedade paterna, espera-nos a todo instante.” São Padre Pio de Pietrelcina