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  • y fueron a decir a Joás: «Entréganos a tu hijo y que muera por haber derribado el altar de Baal y cortado el tronco sagrado.» (Jueces 6, 30)

  • En cuanto entren a la ciudad, búsquenlo pronto antes que suba al santuario, pues hoy habrá allí un banquete sagrado y todo el mundo lo está esperando para que bendiga el sacrificio y luego puedan sentarse a la mesa los invitados. Vayan en seguida y al momento lo encontrarán.» (1 Samuel 9, 13)

  • Entonces el sacerdote le dio el pan sagrado, porque no había allí otro pan. Era el pan que se ofrece y se deja en presencia de Yavé, en su santuario. El sábado anterior lo habían retirado para reemplazarlo por pan caliente. (1 Samuel 21, 7)

  • Por este mismo motivo Salomón ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios de las lomas, a pesar de que amaba a Yavé y seguía los preceptos de David, su padre. (1 Reyes 3, 3)

  • Por orden de Yavé un hombre de Dios salió del país de Judá y llegó a Betel en el momento en que el rey Jeroboam, de pie al lado del altar, se preparaba a quemar incienso. (1 Reyes 13, 1)

  • El profeta gritó hacia el altar en nombre de Yavé: «Altar, altar, en la familia de David va a nacer un niño cuyo nombre será Josías. El matará sobre este altar a los sacerdotes que quemaron incienso en él. Y manchará el altar quemando sobre él huesos humanos.» (1 Reyes 13, 2)

  • También puso un tronco sagrado y con todo lo que hizo ofendió a Yavé más que todos los anteriores reyes de Israel. (1 Reyes 16, 33)

  • Sacaron el tronco sagrado de la Casa de Baal y lo quemaron. (2 Reyes 10, 26)

  • Sin embargo, no hizo desaparecer los santuarios de las lomas, donde el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. (2 Reyes 12, 4)

  • Pero no se apartaron de los pecados con que Jeroboam había hecho pecar a Israel, y aun el tronco sagrado quedó en pie en Samaria. (2 Reyes 13, 6)

  • Sin embargo, no desaparecieron los santuarios de las lomas; ahí el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. (2 Reyes 14, 4)

  • Sólo que no desaparecieron los santuarios de las lomas; en ellos el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso. (2 Reyes 15, 4)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina