Found 199 Results for: Arca

  • El sacerdote Sadoc y todos los levitas llevaban el Arca de la Alianza. La colocaron junto a Abiatar hasta que todos salieron de la ciudad. (2 Samuel 15, 24)

  • Entonces el rey dijo a Sadoc: «Devuelve el Arca de Dios a la ciudad, porque si él quiere, me hará volver para ver el Arca y su santuario. (2 Samuel 15, 25)

  • Entonces, Sadoc y Abiatar volvieron con el Arca a Jerusalén y se quedaron allí. (2 Samuel 15, 29)

  • Dijo el rey al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tus tierras, porque mereces la muerte, pero no quiero hacerte morir hoy, porque llevaste el Arca de Yavé delante de mi padre y lo acompañaste en todos los trabajos y aflicciones que pasó.» (1 Reyes 2, 26)

  • Al despertar Salomón, se dio cuenta de que era un sueño. Volvió entonces a Jerusalén y se puso delante del Arca de la Alianza del Señor. Ofreció víctimas consumidas por el fuego y también sacrificios de comunión, dando un banquete a todos sus servidores. (1 Reyes 3, 15)

  • El Lugar Santísimo, en lo más interior de la Casa, estaba destinado para recibir el Arca de la Alianza de Yavé; (1 Reyes 6, 19)

  • Salomón congregó en Jerusalén a todos los jefes de Israel, a los jefes de sus tribus y a los príncipes de sus familias, para subir el Arca de la Alianza de Yavé desde la ciudad de David llamada Sión. (1 Reyes 8, 1)

  • Los sacerdotes tomaron el Arca de la Alianza de Yavé (1 Reyes 8, 3)

  • El rey Salomón y toda la comunidad de Israel, reunida con él ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes en tal cantidad que no se podían contar. (1 Reyes 8, 5)

  • Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza de Yavé a su sitio en el Santuario, el Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines. (1 Reyes 8, 6)

  • Pues los querubines extendían sus alas y formaban como un toldo encima del Arca y sus barras. (1 Reyes 8, 7)

  • En el Arca no hay nada fuera de las dos tablas de piedra que Moisés colocó allí en el Horeb, cuando Yavé pactó la Alianza con los israelitas a su salida de Egipto. (1 Reyes 8, 9)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina