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pero sube a la cumbre del Pisga y desde allí mira al oeste y al norte, al sur y al oriente. Tú verás la tierra, pero no pasarás ese Jordán. (Deuteronomio 3, 27)
Mira: como Yavé, mi Dios, me ha ordenado, te he enseñado normas y leyes para que las pongas en práctica en la tierra en que vas a entrar y que pasará a ser tuya. (Deuteronomio 4, 5)
Mira: a Yavé, tu Dios, pertenecen los cielos visibles e invisibles, la tierra y cuanto hay en ella. (Deuteronomio 10, 14)
Mira en qué caso el que dio muerte a un hombre podrá refugiarse allí para salvarse: si hirió involuntariamente a su hermano al que no tenía odio. (Deuteronomio 19, 4)
Desde tu santuario, desde lo alto de los cielos, mira a tu pueblo Israel y bendícelo, así como a la tierra que nos has dado según lo tenías dicho a nuestros padres, esta tierra que mana leche y miel.» (Deuteronomio 26, 15)
Mira que te he ofrecido en este día el bien y la vida, por una parte, y por la otra, el mal y la muerte. Lo que hoy te mando es que tú ames a Yavé, tu Dios, y sigas sus caminos. (Deuteronomio 30, 15)
Ellos respondieron: «Mira en qué forma cumpliremos nuestro juramento; (Josué 2, 17)
Los límites de Manasés hacia Aser se extendían desde Micmetat, que mira a Siquem; se dirigían a mano derecha hacia los que habitan en la Fuente de Tafúaj. (Josué 17, 7)
después desciende hasta el cabo del monte, que mira al valle del hijo de Hinom, la cual está en la llanura de Rafaím al norte; de aquí baja al valle de Hinom, pasando por el Hombro del Jebuseo, al sur, hasta la Fuente de Rogel; (Josué 18, 16)
pasa por Kafet delante de la Arabá, hacia el norte, y desciende a la Arabá. Hacia el norte se extiende más allá de Bet-Hagla; y termina en la extremidad septentrional del mar Salado, en la desembocadura del Jordán que mira al sur. Esta es la frontera del sur, mientras (Josué 18, 19)
Envió mensajeros donde Abimelec en secreto para decirle: «Mira que Gaal, hijo de Obed, ha llegado con sus hermanos a Siquem y está sublevando a la ciudad contra ti. (Jueces 9, 31)
Gaal vio la tropa y dijo a Zebul: «Mira la gente que baja de las cumbres de los montes.» Pero Zebul le respondió: «Es la sombra de los montes lo que ves y te parecen hombres.» (Jueces 9, 36)