Catholic Bible
 

Sirácides (Eclesiástico), 27

11. La conversación de un hombre de Dios tiene siempre su sabiduría; el insensato en cambio es cambiante como la luna.

Verses related to Sirácides (Eclesiástico), 27:

Eclesiástico 27 ​​es un capítulo que aborda varios temas relacionados con la coexistencia en la sociedad, como la importancia de la honestidad, la percepción que otros tienen de nosotros, la envidia y la calumnia. Algunos versos de la Biblia que tratan con estos temas son:

Proverbios 11:13: "El que ha estado charlando revela secretos, pero quien tenga el espíritu leal los mantiene ocultos". Este versículo habla sobre la importancia de la discreción y el respeto por los secretos de otras personas.

Proverbios 20:19: "El que ha estado charlando revela secretos; así que no se involucren con aquellos que hablan demasiado". Este versículo refuerza la idea de que es importante mantener la discreción con respecto a la información confidencial y advierte sobre el peligro de involucrarse con las personas que hablan demasiado.

Proverbios 25:9: "Disputa su causa con su vecino, pero no revele el secreto de los demás". Este versículo destaca la importancia de resolver conflictos directa y honestamente, sin exponer la vida privada de otras personas.

Proverbios 26:24-25: "Con sus labios, el hombre que odia se disfraza, pero en su corazón refugia la falsedad. Aunque habla cordialmente, no le cree, porque su corazón está lleno de malas intenciones". Este verso advierte sobre el peligro de personas falsas y envidias que pueden hablar bien pero que tienen malas intenciones en sus corazones.

Proverbios 27:2: "Deja que otro te elogie, no tu propia boca; cumplidos de los demás, no tus propios labios". Este versículo destaca la importancia de la humildad y la modestia, y advierte sobre el peligro de la vanidad y la arrogancia.





Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina