Catholic Bible
 

Eclesiastés (Qohelet), 9

11. Aún he visto esto bajo el sol, que la carrera no la ganan los más rápidos, ni la lucha los que tienen más fuerzas; no hay más pan para los sabios, ni más riquezas para los inteligentes, ni máss favores para los entendidos. Pues para todos se da la ocasión y la mala suerte.

Verses related to Eclesiastés (Qohelet), 9:

Eclesiastés 9 es un capítulo que habla sobre la inevitabilidad de la muerte y la transiencia de la vida. El autor reflexiona sobre la imprevisibilidad de los eventos y el hecho de que la muerte llega a todos, independientemente de sus logros o fracasos. Los versos seleccionados a continuación ayudan a ampliar estos temas:

Salmo 89:48: "¿Qué hombre vive y no ve la muerte, o quién puede deshacerse del poder de la tumba?" Este versículo destaca la inevitabilidad de la muerte y la transiencia de la vida humana.

Salmo 90:12: "Enséñanos a contar nuestros días de tal manera que llegamos a los corazones sabios". Este versículo destaca la importancia de valorar el tiempo que tenemos, porque la vida es breve y fugaz.

Hebreos 9:27: "Y justo cuando los hombres se les ordena morir una vez, después de eso, el juicio". Este versículo señala que la muerte es un evento inevitable y será seguido por el juicio divino.

Lucas 12:19-20: "Y le diré a mi alma: tienes muchos productos durante muchos años; descansar, comer, beber y romper. Pero Dios le dijo, loco, esta noche te preguntarán tu alma; ¿Y lo que has preparado, para quién será? " Este verso advierte contra la arrogancia y la complacencia, recordando que la muerte puede llegar en cualquier momento y que debemos estar preparados.

2 Corintios 5:1: "Porque sabemos que si nuestra casa terrenal de este tabernáculo puede ser desfilado, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha por manos eternas en el cielo". Este versículo habla sobre la esperanza cristiana de una vida futura, que ofrece comodidad y perspectiva frente a la inevitabilidad de la muerte.





“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina