1. Venid, cantemos jubilosos al Señor, aclamemos a la roca que nos salva;

2. vayamos ante él a darle gracias y a cantar himnos en su honor.

3. Porque el Señor es el Dios grande, el rey grande sobre todos los dioses.

4. Tiene en sus manos las profundidades de la tierra y suyas son las cumbres de los montes;

5. suyo es el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme, que formaron sus manos.

6. Venid a adorarlo, hinquemos las rodillas delante del Señor, nuestro creador.

7. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, las ovejas que él guarda. Escuchad lo que dice:

8. "No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto,

9. cuando vuestros padres me desafiaron y me pusieron a prueba aunque habían visto mis obras".

10. Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Son un pueblo de corazón rebelde, no han entendido mis caminos".

11. Entonces juré en mi cólera: "No entrarán jamás en mi descanso".





“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina