Katholische Bibel
 

Exodo, 12

31. El Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, todavía de noche, y les dijo: "Pronto, salid de en medio de nosotros; vosotros y todos los israelitas, id a servir al Señor como habéis dicho.

Verse im Zusammenhang mit Exodo, 12:

En Éxodo 12, Dios da instrucciones detalladas para la celebración de la Pascua y la fiesta del pan. El capítulo también cuenta la décima peste, la muerte de los primogénitos egipcios y la partida de los israelitas de Egipto.

Deuteronomio 16:1 - "Mantén el mes de Abibe y celebra la Pascua al Señor tu Dios; porque en el mes de Abibe el Señor tu Dios te sacó de Egipto por la noche". Este versículo se refiere a la Pascua, que es la fiesta instituida por Dios en Éxodo 12.

Juan 1:29 - "Al día siguiente, Juan vio a Jesús, que vino a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que le quita el pecado del mundo". Jesús se llama "el Cordero de Dios" porque él es el sacrificio perfecto que fue dado por nuestros pecados, al igual que el Cordero sacrificado en la Pascua por los israelitas.

1 Corintios 5:7 - "Deseche la vieja levadura, para que puedas ser una nueva misa, como estás sin levadura; para Cristo, nuestra Pascua, fue sacrificada por nosotros". Este versículo se refiere a la fiesta del pan Pasm, que se celebra poco después de la Pascua, y representa la santidad y la pureza de los cristianos en Cristo.

Hebreos 11:28 - "Por fe celebró la Pascua y la pizca de la sangre, que el destructor de los primogénitos no los tocaría". Este versículo habla de la fe de Moisés y al pueblo de Israel para seguir las instrucciones de Dios a la celebración de la Pascua, que los protegió de la muerte en la décima peste.

Apocalipsis 5:12 - "Lo que dijo una gran voz, digna es el cordero, que fue asesinado, para recibir poder, riquezas, sabiduría, fuerza, honor, gloria y acción de gracias". Este versículo habla de la adoración que se le dará a Jesús, el Cordero de Dios, por toda la eternidad. La celebración de la Pascua es un recordatorio anual de la salvación que nos proporcionó.





“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina